Anunciada hasta la saciedad por Antena 3, quien ha debido publicar el 60% de las escenas cómicas de la película, no es ilógico pensar que nos encontramos ante lo que en Internet se llama Hype. Un Hype es un producto (película, grupo de música, videojuego, etc.) que es anunciado hasta la saciedad y ha obtenido una popularidad altísima independientemente a la calidad del producto.

Y así es. Demasiado presupuesto y demasiada publicidad para una película que es buena sin llegar a ser deslumbrante. Y es que Pixar realizó con Wall-e una obra de la misma temática que hará sombra a otros productos del estilo durante, al menos, una década.
A favor para verla tenemos la temática de Ciencia Ficción al estilo años 50, auténtico caldo de cultivo para todas las obras de este estilo que vinieron después. También deberíamos incluir la calidad de la animación, con expresiones faciales y corporales muy convincentes y los movimientos de personajes por encima de otras producciones del sector. Se nota la mano de los creadores de la saga Comandos detrás.

Otro punto a favor es la sencillez de trama y lo ágil que transcurre la acción. A los telespectadores de la sesión a la que asistimos se nos pasó el tiempo volando. Es ideal para verla en familia, al contar con bromas entendibles por todo tipo de público. Incluso las referencias, algunas increíblemente sutiles, a otras películas y series arrancarán una sonrisa en los más pequeños de la casa.

Como puntos negativos hay bastantes. El primero y más importante es la gran cantidad de publicidad que se le ha hecho. Una campaña de marketing tan agresiva, además de la ambición por lograr proyección internacional ha sido lo que más ha lastrado la obra. Como resultado por agradar al “gigante de ultramar” tenemos un guión brutalmente insípido y lleno de topicazos, que no tópicos, y con una eminente orientación anglosajona. Incluso el astronauta es el primo pequeño del príncipe de Gales vestido con uniforme de Estados Unidos.
No hay ninguna broma que sea sorprendente. La mayoría parecen extraídas de un manual y, aunque sacan una sonrisa, se quedan cortas en una película donde deberían ser más destacables. Eso sí, el tono simpático de la cinta se agradece.

El resultado es que no parece una cinta española. Para lo bueno y para lo malo. Una calidad altísima para una producción patria de animación, pero que se prostituye para agradar al resto del mundo, imitando (y mal) el estilo de películas americanas. Como han dicho por aquí, no deberían haber contratado al guionista de Shrek.

Sin embargo, siempre es de agradecer una película española a la que se pueda ir con toda la familia; alejada de los tópicos de la guerra civil, desgracias personales o familiares, la pérdida de identidad o una excusa para que nuestras jóvenes estrellas enseñen carne.

Ideal para pasar un buen rato.

Buena.