La película consigue mantener prácticamente desde el principio la inquietud del espectador recurriendo a las clásicas modulaciones en la banda sonora y las actitudes excelentemente interpretadas de los vecinos del apartamento (especialmente la anciana Mini).

El punto de vista prácticamente único de Rosemary en toda la película ayuda a mantener la incertidumbre sobre su salud mental y la veracidad de sus sospechas. Es una pena que no se aproveche esto prolongando esta subjetividad hasta el final.

El filme produce algún que otro escalofrío en la columna vertebral en el más puro estilo del terror psicológico. Lástima que el final no mantenga el nivel; de haber sido así sería una película de 9...