Charlie Kaufman, excelente guionista de películas como "Adaptation" u "¡Olvídate de Mí!", sigue explorando su particular universo obsesivo, ya desde el terreno de la dirección, que busca un control absoluto del proceso creativo, sin las limitaciones de tener que acudir a otros realizadores, - a pesar de contar aquí con la ayuda de un experto marionetista como Duke Johnson - que le ayuden a completar su obra.

Para su segunda película tras la cámara, Kaufman ha decidido abrazar el género de la animación, como vehículo de máxima expresión estética, que presenta un destacado y convincente acabado visual, y que además recurre a la siempre deseada técnica stop motion, aplicada en unas marionetas muy humanas, colocadas sobre un fondo realmente deslumbrante.

En el tratamiento de la historia, el desarrollo casi exclusivo en solo escenario, situado entre las paredes de un hotel, ayuda a intensificar esa sensación de soledad y distorsión que acompañan a un protagonista, incapaz de reconocer una voz femenina entre la incomoda corrección y banalidad que le rodean.

Como punto cercano a lo magistral, este cambio de registro ha permitido a Kaufman insertar un erotismo, que hubiera resultado imposible plasmar en un formato más convencional de carne y hueso. Todo fluye con sencillez y cercanía, de un modo adulto, como expresión natural de la crisis de identidad que sufre el individuo en la sociedad del bienestar, donde una vez cubiertas de sobra las necesidades básicas, la propia experiencia vital se torna confusa y vacía.

Un trabajo genuino y reconocible, que sabe conectar en espíritu, expresado también en alguna escena puntual, con ese origen que supuso la magnífica "Como ser John Malkovich", lo que básicamente representa hasta la fecha, un compromiso narrativo impecable, que conecta la obra de este genio contemporáneo del inconformismo existencial.


<Lee esta crítica, y muchas más, en Fusion-Freak.com>