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España España · malaga
Voto de alcaide:
3
Ciencia ficción. Terror Durante un viaje en el espacio rumbo a un remoto planeta al otro lado de la galaxia para colonizarlo, la tripulación de la nave 'Covenant' descubre una señal proveniente de lo que creen puede ser un paraíso inexplorado, y que resulta ser un mundo oscuro y hostil... Secuela de "Prometheus" (2012). (FILMAFFINITY)
13 de mayo de 2017
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algo más de tres décadas lleva Ridley Scott viviendo del cuento, sin ninguna película realmente memorable que mencionar, tras haber sido uno de los realizadores más prometedores a finales de los 70 y principios de los 80 del siglo pasado, gracias sobre todo a un estilo visual innovador e incontestable.

La entrada del nuevo milenio, le ofreció a Scott la dudosa oportunidad de convertirse en adalid del cine épico, a través de Gladiator (2000), un Peplum más que fallido, injustamente oscarizado, al que siguió la calamitosa El Reino de los Cielos (2005), la innecesaria Robin Hood (2010), y la nefasta Exodus: Dioses y Reyes (2014), para la que ya había desempolvado Alien, con la forma de Prometheus (2012), apenas dos años antes, sumada a nuevas aventuras espaciales con The Martian (2015), quizá sabedor de que sus horas como cineasta de corte grandioso tocaban a su fin.

Es así, como conducido por los delirios de Damon Lindelof, responsable de la serie “Perdidos”, un guionista descerebrado capaz de el peor de los galimatías argumentales, el bueno de Ridley orquestaba un vehículo tan entretenido como sonrojante, que en ningún momento hacía justicia al deseado universo del Xenomorfo, acercando su desarrollo al terreno del disparate, sin contestar el sinfín de enigmas planteados durante todo su metraje.

Con la posibilidad de borrar todo aquello en su mano, el veterano realizador a preferido darle continuidad a la historia, contestando gran parte de los mencionados enigmas, pero igualmente, prolongando el suplicio de todos los que, como un servidor, amamos profundamente aquella cinta original sucia y obscena, que parece mentira, el mismo se encargo de orquestar, con una declarada improvisación de las partes, todo hay que decirlo.

Nada queda ya de entonces, la preciosista fotografía de Dariusz Wolski, apagada pero insuficiente, las escenas gore de diseño, rodadas sin carácter, tener a Pietro Scalia, posiblemente, el menor montador del cine contemporáneo (JFK), obligado a ser tramposo en efectos carentes de sorpresa alguna, factores todos ellos, que no encuentran equilibrio, entregados al pulso débil, artificial, excesivo en la corrección, y soporífero por momentos, de un realizador en sus horas más bajas.

Del reparto, mencionar el esfuerzo de Michael Fassbender, atrapado de nuevo en el engranaje pretencioso de un personaje, vapuleado constantemente por la ambigüedad, al que acompañan unos correctos Katherine Waterston y Billy Crudup, dentro de un grupo de actores variopinto y algo numeroso, en el que alguna estrella aparece casi de forma testimonial.

Finalmente, y dejando claro que cualquier tiempo pasado fue mejor, nos queda la certeza de que está misión de La Covenant, supone solo punto y seguido a estas nuevas aventuras en La Saga, lo cual nos lleva a otra realidad, solo por ver a un Alien en pantalla, somos capaces de tragarnos cualquier basura infumable, que mire usted por donde, hasta cuando la criatura acababa ridículamente enfrentada a otra amenaza espacial depredadora, me atrevería a decir, por su falta de pretenciosidad, que mantenía hasta un nivel mayor de dignidad en la comparación.



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alcaide
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