Existe una brillante tendencia dentro del cine contemporáneo, que consiste en retroceder unas décadas en esa búsqueda por mostrar una crítica social y política más certera de nuestra propia actualidad, terreno en el que el maestro Paul Thomas Anderson lleva unos años sentando cátedra.

No es casualidad citar al responsable de películas como "The Master" (2012) o "Pozos de Ambición" (2007), precisamente, Bennet Miller, realizador de "Foxcatcher", apunta maneras con ésta, su tercera película tras la cámara, en esa vía de autor reservada a un pequeño núcleo de elegidos dentro de la industria Hollywoodiense, y en la que indudablemente, puede acabar por convertirse en miembro de honor.

La demoledora visión de Miller contra el poder, tan apático y envilecido, representa el mayor hallazgo de un film al que hay que acercarse con precaución, por su complejo aliento narrativo, encauzado desesperadamente hacia la tragedia, un estilo que bien podría descolocar a los que se presenten ante ella con un estado de ánimo bajo, o sencillamente poco predispuestos a tolerar su inflexible propuesta.

En el aspecto emocional, señalar la sublime interpretación de Steve Carell, irreconocible bajo un competente trabajo de maquillaje, su excéntrico millonario John Du Pont es todo un regalo, y transita con enorme virtuosismo interpretativo entre lo patético y lo ambiguo, lo que por otro lado, configura el propio alma de la cinta.

Completan los hermanos Schultz, o lo que es lo mismo Channing Tatum, buscando un paso adelante en su madurez como actor, y Mark Ruffalo, siempre impecable y convincente imagen de la dignidad. Para los cinéfilos, mencionar la presencia de la veterana Vanessa Redgrave, que continua en forma a sus 78 años, mostrando esa mirada inconfundible que sobrevive intacta al paso del tiempo.

De los apartados técnicos, destaca la contundente puesta en escena del film, con encuadres magnéticos, perfectamente ensamblados en el aire contenido y preciso con el que su realizador desmadeja una historia que, sorprendentemente, está basada en hechos reales, recordando aquello que dice que la ficción siempre queda empequeñecida ante los hechos que suceden a diario en nuestro enloquecido universo cotidiano.

Finalmente, es probable que "Foxtcatcher" encuentre más detractores que entusiastas en su camino, La Palma de Oro al mejor realizador en el Festival de Cannes, recuerda a la que P.T. Anderson obtuvo en 2002 por "Embriagado de Amor", obra maestra crispante donde las haya, y odiada por la mayoría, factor al que Miller tendrá que acostumbrarse en su camino para alcanzar esa elite donde lo comercial debe ser parcialmente anulado en favor del arte.



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