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España España · malaga
Voto de alcaide:
8
Fantástico. Drama. Romance. Thriller En un inquietante laboratorio de alta seguridad, durante la Guerra Fría, se produce una conexión insólita entre dos mundos aparentemente alejados. La vida de la solitaria Elisa (Sally Hawkins), que trabaja como limpiadora en el laboratorio, cambia por completo cuando descubre un experimento clasificado como secreto: un hombre anfibio (Doug Jones) que se encuentra ahí recluido. (FILMAFFINITY)
16 de febrero de 2018
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ocurrió no hace tanto tiempo, a principios del Nuevo Milenio, la caída de Las Torres Gemelas propició que muchas de las producciones hollywoodienses, adoptaran la heroicidad y la épica como nuevo formato de máximo entretenimiento, un pretexto creado para hacer olvidar, o al menos distraer durante unas horas, el sufrimiento y las penalidades propias de la vida cotidiana.

De entre todos los géneros, el más beneficiado fue el cine de fantasía, más por el volumen de títulos, que por la verdadera calidad de un producto demasiado tendente a infantilizar su contenido, un aspecto que siempre ha preocupado mucho al mexicano Guillermo Del Toro, que superado ya en gran parte, ese interés de los grandes estudios por extender una fórmula algo agotada, sigue peleando, desde hace algo más de 30 años como una hormiguita, para defender un estilo tan entusiasta como imperfecto, pero que indudablemente, le sitúan como uno de los escasos talentos creativos a destacar en tan particular universo.

El primer hallazgo de esta Forma del Agua, es el tono de madurez con la que el realizador, quizá imbuido por el gran momento que viven sus compatriotas en La Meca del Cine, ha enfocado una historia que desde sus primer secuencias, declara sus intenciones desnudando a su protagonista, una deslumbrante Sally Hawkins, e incluso penetrando en su intimidad sexual, lo cual acerca al film a un deseado terreno adulto.

Una base perfecta sobre la que desarrollar su particular estilo, por el que resuenan los ecos de El Laberinto del Fauno, su mejor obra hasta la fecha, de la que recoge una arquitectura argumental y narrativa similares, aquí abordada desde un planteamiento más minimalista, que apenas contempla dos escenarios, el laboratorio en el que se encuentra la criatura, donde trabaja la protagonista, y el edificio en el que vive esta, situado justo encima de un cine que proyecta clásicos bíblicos bastante arcaicos.

Ambientada en los años 60, en plena Guerra Fría, y en un lugar de Norteamérica indeterminado, cercano a la costa, pero alejado de todo lo demás, esta peculiar historia de amor es el perfecto lienzo en blanco para un Del Toro en plena forma, por ella transitan una serie de homenajes cinéfilos verdaderamente emotivos, desde los más reconocibles, que retroceden hasta el último monstruo clásico de La Universal, aquella Criatura de La Laguna Negra, - 'La Mujer y el Monstruo' (1954) - hasta otros menos evidentes, como es diseñar esa ventana arqueada que une los apartamentos de los protagonistas, en referencia a la mítica 'Las Zapatillas Rojas' (1948), obra basada en el cuento de Hans Christian Andersen, por no hablar de la similitud de esta nueva criatura con Abe Sapien, personaje secundario pero destacado de 'Hellboy' (2004/2008), cuya forma anfibia esta claramente relacionada, y a los que no por casualidad, da vida el mismo actor, un Doug Jones que se ha convertido, por derecho propio, en toda una pieza clave del engranaje mágico del realizador.

Igualmente, resulta imposible pasar por alto la brillantez de los apartados técnicos, de entre los que destaca, y esto ya ha dejado de ser noticia desde hace algún tiempo, la excelente Banda Sonora de Alexandre Desplat, una partitura ideal para transportarse a un universo perfilado sobre un muy preciso diseño de producción, cuyos responsables Shane Vieau y Jeffrey A. Melvin, ya habían colaborado con Del Toro en 'La Cumbre Escarlata' (2015), juntos explotan, con gran personalidad, una serie deslumbrante de decorados, que encuentran su reflejo en la fotografía elemental y azulada de Dan Laustsen, otro miembro de honor de aquella cumbre, y cuya colaboración se remonta a finales de los 90, cuando trabajó en 'Mimic' (1997) a la órdenes del realizador.

Otro de los indudables puntos fuertes del film, reside en un reparto sobrado de talento, desde la ya mencionada Sally Hawkins, que da vida a Elisa, esa princesa sin voz de la que resulta imposible no enamorarse, y que desde la contención, construye un personaje fuerte, capaz de transmitir con sus gestos todo un abanico de emociones, pasando por el trabajo superlativo de Richard Jenkins, un interprete que siempre ofrece el máximo rendimiento, bien situado en un plano secundario que presume de actores de la talla de Michael Stuhlbarg, Octavia Spencer o Michael Shannon, todos ellos impecables en una aportación, que en ningún caso resulta testimonial.

Finalmente, esta impecable fábula debería elevar a Guillermo Del Toro, de manera definitiva, a una merecida consideración como destacado autor de fantasía, ni las acusaciones de plagio, que a estas alturas, y comprobado su recorrido en el género, son casi irrisorias, ni algún mínimo exceso, provocado por su incontrolable entusiasmo, podrán borrar la sensación de estar ante un clásico instantáneo de nuestro tiempo, un trabajo inspirador, que sabe transmitir, como ese poema susurrado por alguien hace cientos de años, el sutil encanto de esas pequeñas joyas de cuidada artesanía, que a veces consigue engarzar el Séptimo Arte.

'Incapaz de percibir tu forma
Te encuentro a mi alrededor
Tu presencia llena mis ojos con tu amor
Pone humilde a mi corazón
Porque estás por todas partes'




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alcaide
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