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España España · malaga
Voto de alcaide:
9
Drama. Romance En el Londres de la posguerra, en 1950, el famoso modisto Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) y su hermana Cyril (Lesley Manville) están a la cabeza de la moda británica, vistiendo a la realeza y a toda mujer elegante de la época. Un día, el soltero Reynolds conoce a Alma (Vicky Krieps), una dulce joven que pronto se convierte en su musa y amante. Y su vida, hasta entonces cuidadosamente controlada y planificada, se ve alterada por la ... [+]
2 de febrero de 2018
9 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Ciudadano Kane es posiblemente la película más importante de la historia del cine, por dos razones, consolidó el leguaje cinematográfico que había hasta 1941 y abrió nuevos caminos en áreas tales como la profundidad de foco, la complejidad en el sonido y la estructura narrativa. La otra razón es que se demostró la teoría de autor, veinticinco años antes de que se definiera, era sencillamente, una película de Orson Welles” < Roger Ebert: Chicago Sun-Times >

Resulta innegable que han existido grandes realizadores en las distintas edades del celuloide, pero pocos son lo que verdaderamente, merecen ser reconocidos como auténticos innovadores de ese lenguaje cinematográfico al que se refiere el crítico Roger Ebert, un terreno reservado a un reducido grupo de elegidos, a los que generalmente, se suele identificar por generar controversia y un debate cinéfilo dominado por la división de opiniones.

En el panorama actual, y siempre acompañado justamente, de esa polémica que suelen arrastrar tan peculiares autores, el norteamericano Paul Thomas Anderson se erige, precisamente, como el Orson Welles contemporáneo, su dominio de todas las facetas de la producción, y su particular esfuerzo técnico y narrativo, que huye de los convencionalismos buscando nuevas vías de expresión, nos ha dejado, sin llegar aún a la decena de títulos, un buen puñado de obras maestras, entre las que destaca el Ciudadano Kane del nuevo milenio, la insuperable There Will Be Blood, traducida aquí en nuestro país, como Pozos de Ambición.

Ambientada en el Londres de mediados del Siglo Pasado, El Hilo Invisible, octava película de Anderson, recupera la estrecha colaboración entre el realizador y Daniel Day-Lewis, que tan buenos resultados diera en aquellos Pozos, para explorar un concepto dramático diametralmente opuesto, de un carácter tan profundo, que el actor ha declarado pasar del entusiasmo a la más profunda tristeza, durante el rodaje del film, algo que en parte, puede explicar su decisión de abandonar la profesión por segunda vez, y quien sabe si de forma definitiva.

De cualquier forma, pocos interpretes podrían soñar con una despedida tan notable, la construcción del modisto Reynolds Woodcock, es abordado por Day-Lewis con un perfecto equilibrio entre firmeza y sensibilidad, que según palabras textuales, contiene mucho de su propia naturaleza como persona, lo que suma otro triunfo personal para Anderson, capaz de desnudar el interior de su protagonista, y ponerlo al servicio de un personaje cortado a la medida de tan contrastado talento.

La moda como excusa, en ese apartado, el vestuario de época consigue captar el interés central de la historia en muchos momentos, usado como pretexto sobre el que diseñar un sólido tejido emocional, que lejos de centrarse únicamente en el drama, recurre a lo extravagante, alcanzando un punto tragicómico que ya se mostraba deslumbrante en películas como The Master, lo que nuevamente configura ese estilo en continua experimentación de la forma y el contenido, que diferencia a Anderson del resto de realizadores.

Del resto del reparto, imposible obviar el descubrimiento de una implicada Vicky Krieps, El Alma de una película donde lo femenino toma el protagonismo con total naturalidad, gracias también a la aportación de la veterana Leslie Manville, que cierra tan peculiar y convincente triángulo, dando vida a la posesiva y omnipresente hermana de Woodcock.

En los apartados técnicos, la fotografía corre a cargo del propio Paul Thomas Anderson, en un ejercicio de estilo destinado a congelar el movimiento y capturar el hipnotismo de un trabajo, en el que vuelve a destacar la banda sonora de Jonny Greenwood, compositor habitual del realizador, que en esta ocasión gira hacia una partitura bastante más clásica, en una hermosa composición que no olvida la importancia de esa mencionada forma experimental, en la que el integrante de Radiohead se muestra como una pieza fundamental de tan particular universo.

Finalmente, si el cine es arte, pocos realizadores se esfuerzan tanto por hacer notar el sentido del esfuerzo creativo, su exposición es elegante, sutil, intima, y perversa, lo cual suma, de manera sobrada y notoria, otro título ganador a su celebrada y multipremiada filmografía de autor, lo cual nos lleva a la reflexión original, porque este Hilo Invisible es sencillamente, y como diría Roger Ebert, una película de Paul Thomas Anderson.



<Lee esta crítica, y muchas más,men Fusion-Freak.com>
alcaide
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