El cine asiático, y en concreto el de Corea del Sur, hace tiempo que dejó de ser una promesa exótica para convertirse en algo más que una realidad palpable, protegido por ese deseada identidad propia de la que hace gala, sobre la que perfila nuevos esquemas narrativos y visuales de máxima originalidad.

Acercándose a uno de los temas más de actualidad en el panorama fílmico y televisivo, el director Yeon Sang-ho debuta tras la cámara con personajes de carne y hueso, proveniente del cine de animación, aprovechando una marca estética que, de forma afortunada, impregna el metraje de este particular y potentísimo Apocalipsis Zombie a la coreana, en la que un grupo de personas provenientes de Seúl, intenta alcanzar, usando los trenes de la linea KTX que recorren el país, la ciudad de Busan como única posibilidad de supervivencia.

Impulsada por un ritmo desenfrenado, que permite a Sang-ho transitar por varios estilos fílmicos, que comprenden el cine de acción y aventuras, así como la máxima tensión del subgénero de terror al que pertenece, quizá lo mejor que se puede decir de este desesperado viaje hacia una posible salvación, es que sabe buscar ese mencionado código de personalidad propia, que como plus añadido, mantiene de manera continua la preocupación por dibujar bien a sus personajes, un factor que siempre debería contemplar toda producción que se precie de mostrar un mínimo de calidad.

A esa realidad, hay que añadir un grupo de actores implicados, entre los que destaca la presencia de Kim Soo-ann, una jovencísima actriz que sujeta, con enorme desparpajo, gran parte de la carga emocional del film, mientras que Ma Dong-seok, que interpreta al típico individuo bruto y bonachón, que todos querríamos tener a nuestro lado en una situación de tal envergadura, acapara la simpatía y la complicidad del respetable con solvencia.

En el terreno de lo visual, y portando una gran factura técnica, en la que sobresale un virtuoso trabajo de fotografía, resulta evidente que la idea de Sang-ho pasa por acercar su trabajo a la reciente "Guerra Mundial Z", de la que toma prestada el efecto de pelotera extrema, en la que los infectados forman una masa informe de horror, aspecto que permite, como ocurría en aquella, mostrar imágenes cargadas de enorme espectacularidad.

Finalmente, queda recomendar este trayecto por las arterias de la geografía coreana, su concepto minimalista, que apenas contempla un solo escenario entre vagones y desoladas estaciones de tren, soporta, con una convincente emotividad, bien expresada en escogidos momentos a cámara lenta, el carácter de un film que sabe implicar al espectador en su particular aventura, añadiendo un título estimable al cada vez más sobresaturado universo Zombie.



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