Maravillosa joya del maestro Roberto Rossellini, una de las cimas del Neorrealismo Italiano, incomprendida y maltratada en su momento, pero a la que el paso del tiempo ha colocado en el sitio de honor que verdaderamente merece, es decir, como una de las grandes obras maestras de su autor y la película con la que nace el cine de la modernidad, erigiéndose sin pretenderlo en una inagotable fuente de inspiración tanto para los cineastas de la Nouvelle Vague como para compatriotas del propio Rossellini como Antonioni o Bertolucci.

Se trata de una innovadora reflexión sobre la ruptura de una pareja inglesa que, movidos por sentimientos como los celos o el rencor y en un marco alejado de su rutinario día a día como es la ciudad italiana de Nápoles, se encuentran de repente en cueros ante la dura realidad de descubrirse sentimentalmente en las antípodas el uno del otro.

Extraordinarias interpretaciones de George Sanders e Ingrid Bergman como pareja protagonista, quienes transmiten a la perfección la zozobra de su relación y el progresivo desmoronamiento de su unión sentimental, reflejando con talento y total eficiencia esa paradójica y extraña sensación de sentirse infelizmente enamorados, solos a pesar de estar juntos, amargados aún estando rodeados de un atractivo entorno completamente distinto al acostumbrado en el resto de su gris existencia como matrimonio.

Imprescindible film de apariencia sencilla y hasta desmañada, pero de fondo enormemente complejo y rico, un título en el que Rossellini utiliza magistralmente el contexto exterior en el que ubica a sus personajes para reflejar de manera sublime el interior de los mismos.

La formación católica del influyente director italiano asoma en la concepción de la secuencia de la milagrosa reconciliación de los protagonistas en medio de una procesión religiosa por las calles de Nápoles.

¿Y qué decir de las escenas en las ruinas de Pompeya? Pues que son ciertamente bellas y conmovedoras, con Bergman y Sanders contemplando estupefactos el descubrimiento del molde en escayola de una pareja de amantes abrazados, cuyo amor quedó inmortalizado eternamente. Ahí se funden en una misma secuencia pasado y presente, la imagen del amor imperecedero y la del desamor. Un momento absolutamente demoledor.

Película muy adelantada a su tiempo cuya historia de fracaso amoroso guarda un claro paralelismo con la crisis conyugal que en la vida real estaban atravesando Ingrid Bergman y el propio Rossellini.