Clásico rotundo y de obligatorio visionado para los amantes del cine en general y del género negro en particular. Y es que si hubiera que escoger una sola película entre todas las que conforman la impresionante e influyente filmografía del maestro Fritz Lang (ardua tarea donde las haya), probablemente y a juicio del que escribe sería esta.

La imagen de Lee Marvin lanzando café hirviendo al rostro de Gloria Grahame quedará para siempre como una de las más poderosas e impactantes de la historia del cine. Es sólo uno de los momentos memorables de esta tensa trama de intriga que desde la perspectiva amargada de un honesto policía (fantástico Glenn Ford), penetra con tono pesimista en truculentas conspiraciones delictivas marcadas por la corrupción.

La presencia de Gloria Grahame como glamourosa mujer fatal clamando venganza, una estética de ascendencias expresionistas y una atmósfera siniestra, humeante y taciturna, son otras de las cualidades definitorias de esta imprescindible obra maestra de Fritz Lang.