Magnífica película ambientada en el Londres victoriano del talentoso Robert Siodmak, quien mezcla magistralmente el suspense hitchcockiano con la elegancia del toque Lubitsch y cierta atmósfera gótica de cine negro.

El film, además de unas maravillosas elipsis y una admirable economía de medios en la sobresaliente narración de Siodmak, ofrece inquietantes momentos de intrigante angustia y maestría fílmica reflejados en disputas matrimoniales de acerados diálogos, seguimientos envueltos en niebla por las oscuras y húmedas calles londinenses de principios del siglo XX con el resonante sonido de unos pasos acechantes rompiendo el silencio de la noche, la amenaza del resarcimiento con ánimo de denigración pública, reconstrucciones de supuestos asesinatos sucedidos en deterioradas escaleras, chantajes inmorales de vecinos sin escrúpulos que solo buscan satisfacer sus bajos instintos sin importarles el daño que infringen a la gente que les rodea.....

La maravillosa ambigüedad entre el sosegado y agradable carácter del protagonista Philip Marshall (un inmenso Charles Laughton que se exhibe con una interpretación repleta de matices que nos lo hacen igualmente creíble como hombre apocado y benévolo que como frío y maquiavélico psicópata) y lo inaceptable de su infidelidad y sus actos delictivos es otro de los fascinantes atractivos de esta pequeña y desconocida joya cinematográfica que combina de una manera encomiable la manida intriga policíaca con un proceloso dilema moral, lo cual eleva a la película mucho más allá de un simple y rutinario ejemplo de cine de género.