No todo el sexo es porno, esto ya lo sabemos, pero hacía falta decirlo una vez más. El porno implica y el sexo describe. En la vida de Adèle hay sexo. Ok.

Y asi tenemos a Adèle, que estudia, que come, que duerme, que baila y que vive. Y lo hace de una forma natural, independiente al entorno.

Adèle existe antes de ser, aunque para tener quince años Adèle ya es mucho. Es guapa, y como todas las chicas guapas lo sabe. Es educada, es reflexiva y tiene mucha fuerza interior.

Adèle quiere enamorarse y no tiene miedo, y a cada paso que da abofetea a una audiencia envidiosa de juventud que no sabría que hacer con ella.

Adèle no se enfrenta a nadie, pero se defiende. Tiene la suerte de no luchar contra nadie, solo ordenar su pensamiento. Está exenta de la cáscara gruesa que no se rompe, Adèle crece al aire libre, se hace a favor. Otros, o se hacen a la contra o se pudren.

Es curiosa de sí, no imita. Toca y descubre y así se llena, al contrario de Mariveux. Esta enamorada, es feliz, pero a la gente no le basta, quieren que sea otra, una excusa para que la vida siga, como una mala obra de teatro. Su círculo se cierra con Emma. que no es una excusa, es para ella. No quiere aprender, quiere sentir. No hay más, ni mucho menos.

Adèle llora, y no es para menos. Cómo seguir buscando cuando ya se ha encontrado. Existimos, somos ¿y después de ser? el tiempo..

Adèle somos todos. No. Es lo que creímos ser un día.. Qué ilusos.. Somos libres, exclamamos, mientras apartamos la mirada de la pantalla.