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España España · Santiago DC
Voto de pachu:
2
Drama. Romance Cuando el escritor Mateo Blanco (Lluís Homar) viajaba con Lena (Penélope Cruz), la mujer de su vida, sufrió un accidente de coche que lo dejó ciego. Harry Caine es el pseudónimo con el que firma sus trabajos literarios. Como director de cine usa, en cambio, su nombre real. Harry Caine vive de los guiones que escribe gracias a la ayuda de Judit García (Portillo), su antigua y fiel directora de producción, y de Diego (Tamar Novas), el ... [+]
23 de abril de 2009
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos creerán que tuvo gracia que este film cosechase algún tipo de polémica o enfrentara la opinión de algunos críticos. Antes de pisar la sala del cine y haber desembolsado aquel dineral, las pocas noticias que tenía sobre esta obra era que, o bien se trataba de la obra cumbre de Almodóvar o el tedio más absoluto jamás visto. Veámoslo como una partida de Póker (o de musete, más acorde con el manchego): sin ver las cartas sobre la mesa, aquí alguien mentía y especulaba con el dinero del pobre espectador. El problema está en la ingenuidad del ser humano, ya que cuando se va viendo lo que hay sobre la mesa, es decir, un Tamar Novas, una Kira Miró, un Alejo Sauras, una Penélope Cruz (¿alguna vez ha hecho algo bien esta para merecer ningún premio?) y un largo etcétera, aquí no hay posibilidad de hacer póker, repóker o cantar órdago por ningún lado.
Y sin embargo, porque uno ve que dirige Almodóvar, se lanza a por todas, con una fe ciega nunca vista y allá van, jinete y espolique cual Quijote y Sancho, locura mediante, a la sala de cine.
Y empieza la obra de arte. Y a los cinco minutos el desespero. A la media hora el dolor cervical. A la hora el dolor de culo por no encontrar postura. Cuarto de hora después un bochorno horrible por ver que la sala entera está de acuerdo contigo en tus pensamientos, conocimiento omnisciente que llega a nuestra cabeza por ese rumor de iglesia que inunda la habitación. Diez minutos después aparece Carmen Machi en escena y con ella unas leves carcajadas. Y después: FIN. A casa con el dinero perdido y a otra cosa.
No vamos aquí a hablar de las maravillosas interpretaciones de la oscarizada Penélope Cruz (que actúa tan bien como un monigote de South Park aunque con menos gesticulación) ni de Tamar Novas, adalid del cine y estandarte de lo que nos deparan los jóvenes actores de este país (si esto es lo mejor que tenemos en cantera qué será lo peor); tampoco del guión sorprendente con giros narrativos que traen al recuerdo la saga Star Wars ("yo soy tu padre", zas, en toda la boca) o un inicio con captatio benevolentiae incluída (3 minutitos de las tetas de Kira Miró, no hay mejor manera de abrir una película, por muy gay que sea el director sabe lo que queremos), sino de lo que encierran las mentes de los críticos que han visto en este metraje algo digno, entretenido y apoteósico. ¿Tedio? Es la menos mala de las observaciones, y sin embargo, no tan virulenta como era de esperar. ¿Agitada? ¿Extraordinaria? ¿Intensa? ¡Bravo! Eso es sentido del humor y no el cine de los hermanos Marx.
La única percepción final que queda después de ver el colmo de Pedro es haber deseado que en el coche accidentado hubieran estado dentro todo el reparto y el director, y los mandaran allá donde no se aventuran los ángeles.
pachu
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