Esta es una película que me ha sorprendido para bien. Nos cuenta una historia sencilla, pero muy bien representada en la gran pantalla gracias a un reparto que realiza un trabajo casi de sobresaliente. Dicha historia nos narra como cambia la vida de un niño que vive en Brooklyn con su madre y su criada cuando debe mudarse a Inglaterra para estar junto a su serio y estricto abuelo debido a que se trata del único heredero. Sin embargo, su abuelo pertenece a la aristocracia británica, por lo que Cedric debe adaptarse rápidamente para afrontar la vida que le aguarda a partir de entonces. Por suerte, la enorme bondad de Cedric consigue que todos le aprecien. Incluso logra que su abuelo, el cual antes de su llegada era temido y antipático, sea tierno y cariñoso. Resulta imposible no sentir simpatía por el pequeño protagonista, ya que desde el principio se gana al espectador con una nobleza tan grande que nos llega al corazón. Dicho de otra forma, Freddie Bartholomew encarna a un personaje adorable. Los actores secundarios también brillan con papeles para el recuerdo. En conclusión, esta es una propuesta sumamente simpática y tierna que traspasa la pantalla a través de una gran cantidad de sentimientos.