Y como tal, no hay que tomársela al pie de la letra. Yo fui el día de su estreno a verla al cine que por aquel entonces tenía más cercano y lo debo admitir, me divertí mucho. No puedo decir que vi una obra de arte, pero sí un producto de lo más original y entretenido. La película comienza fuerte y no tarda en llevarnos hacia su terreno, el cual está lleno de sorpresas que con toda seguridad no habrán dejado indiferente a nadie. Scarlett Johansson está muy bien, de hecho, se la ve muy cómoda en su papel. Se nota que es con diferencia la que más brilla de todo el reparto. Morgan Freeman no lo hace para nada mal, que conste, no obstante, su rol es tan secundario que no refleja en ningún momento el carisma característico que le suele otorgar a sus personajes, y es toda una lástima porque pudo perfectamente compartir algo de protagonismo con nuestra querida Johansson. Y pese a esto, hay que decir que Freeman cumple con creces con su actuación, algo esperado, pues no es necesario, o eso creo, resaltar lo buen actor que es. El argumento del filme funciona pese a tener muchas fantasmadas, y es que si lo hace es precisamente por dichas fantasmadas, es la realidad. Claro que también hay momentos buenos de acción, pero claramente no son el plato principal de la cinta que tenemos aquí. Se trata de nuestro cerebro, de la evolución humana, de la ciencia ficción más pura que nos podemos encontrar. Magníficos efectos especiales los que se ven a lo largo del metraje, en especial aquellos que ocupan la pantalla durante el clímax. Lo negativo que le veo a Lucy es su corta duración, ya que entre eso y lo entretenida que es, su visionado se pasa en un suspiro y te deja sensación de mosqueo.