Interesante película ambientada en la Edad Media que narra la investigación sobre unas extrañas muertes por parte de un monje franciscano y su aprendiz en una abadía del norte de Italia. El filme resulta entretenido debido al misterio que envuelve los asesinatos. La ambientación también es clave, pues el mero hecho de que toda la historia suceda en la abadía hace que esta última sea un personaje más. Además, la fotografía tiene mucho que ver en el tema de los escenarios, ya que ofrece unos lugares oscuros y siniestros, los cuales ayudan a la hora de generar un ambiente tétrico. El problema de la cinta está en el ritmo, que decae durante la media hora final, y provoca que el visionado se alargue para desgracia del espectador. El reparto hace los deberes y ofrece unos personajes bien perfilados. Sean Connery y Christian Slater componen un dúo protagonista que funciona y cuenta con momentos destacables. Connery brilla y en ocasiones parece el padre de Slater. Un Slater jovencísimo, por cierto. Es innegable que tanto el metraje como el libro en el que se basa hacen referencia al mítico personaje detectivesco, Sherlock Holmes. Las similitudes son obvias. Sin embargo, esto nunca llega a ser un inconveniente. Una lástima que no profundicen más en el debate que gira en torno a la riqueza eclesiástica. Y es que era un tema que daba para mucho más desarrollo. El maquillaje y la caracterización de ciertos personajes son más que notables. Vemos la suciedad de los campesinos y el aspecto inusual de varios monjes. Para acabar diré que este thriller de época es una propuesta eficiente que se queda a medio camino de ser algo realmente bueno. Y que conste que no hablamos de un producto fallido, ni mucho menos, pero sí de uno que pudo ser entre mejor y bastante mejor.