Pues debo decir que me esperaba una cinta con una historia deprimente y dura de asimilar, y, aunque tarda un buen rato en arrancar, lo acaba siendo. Eso sí, no llega a emocionar tanto como cabía esperar, y esto se debe (tal vez) a que se desarrolla muy poco a poco, o mejor dicho, su trama se cocina a fuego muy lento. Pese a su ritmo pausado, creo que en general el relato está bien plasmado y, por lo tanto, estamos ante un drama sólido y decente. La trama del filme profundiza sobre el pasado de madre e hija y nos explica como ambas se han vuelto en quienes son. Además, lanza un mensaje tan cierto como interesante, pues le dice al espectador que hay que seguir adelante y no permitir que lo sucedido hace tiempo nos afecte negativamente. También hace algo de hincapié en la violencia de género y en el abuso hacia los menores. La fotografía es muy buena y muestra unas imágenes bastante bellas de los escenarios en los que transcurren los hechos. El reparto está muy bien: Kathy Bates y Jennifer Jason Leigh tienen buena química y cuentan con escenas en las que ambas brillan, sobre todo la primera. Tampoco hay que olvidarse de unos despreciables David Strathairn y Christopher Plummer.