¿Acaso os esperabais algo distinto de esta película?, ¿honestamente?. Yo alucino con gente que la critica diciendo que es para niños cuando era obvio que sería así. No hay que ser ningún lince para esperarse el tipo de cinta que te vas a encontrar, y mucho menos en este caso, cuando 3 ardillas parlantes son las protagonistas. Jason Lee interpreta a un músico que no tiene nada de suerte en su vida profesional y sin saberlo acoge a los 3 roedores en su propia casa. A partir de ahí, comienza la complicada convivencia, la cual, como era de esperar, tiene un límite al alcanzar su tope. Y eso no es todo, pues resulta que las ardillas cantan de miedo y se vuelven superestrellas de la música en un abrir y cerrar de ojos. A esta cinta no le podemos pedir un argumento de calidad ni una historia que enganche porque no es realista ni justo. Que sí, que su tono infantil no ayuda es una evidencia, que se ve de lejos lo que va a suceder, que el antagonista no puede ser más típico de lo que es, ¿y?. También es cierto que el público infantil está en su derecho de disfrutar de sus películas, faltaría más. Claro que hay infinidad de productos cinematográficos mejores que este, claro que sí, si no lo niego. Lo más destacable que se puede apreciar del visionado de Alvin y las ardillas es, en mi opinión, claro, la crítica a la explotación de jóvenes talentos y, por supuesto, al capitalismo extremo.