Hay momentos que, según la situación personal en que sean vividos, pueden tener un significado u otro. Aquellos pueden derivar de una canción, de las páginas de un libro, de una obra de teatro, o, como en este caso, del visionado de una película.

Tuve la suerte de ir a ver esta película en uno de los peores momentos personales que recuerdo. Y algo que iba a pasar sin pena ni gloria, como una tarde de cine más, al final se acabó convirtiendo en un momento que aún perdura varios años después. El optimismo por naturaleza que demuestra el protagonista de la película trascendió la pantalla, y, junto con otras cosas, me ayudó a salir del difícil bache personal en el que me encontraba.

Se podría definir a Walter Mitty como un soñador despierto en un entorno lleno de complicaciones y dificultades. Dificultades personales y sentimentales, como las que hablábamos antes; pero también dificultades laborales y de otra índole, que a veces impiden avanzar en un mundo tan competitivo. Pero la imaginación que derrocha y las ganas que pone para enfrentar las adversidades ayudan bastante para ir superándolas poco a poco. Haríamos bien en seguir, aunque fuera mínimamente, el estilo de vida (mental) que se nos propone.

Pero además de lo anterior, el remake de la película del mismo título del año 1947, cuenta con una gran factura técnica con Ben Stiller a los mandos, destacando la gran cantidad de efectos especiales de los que hace gala el filme. Por otro lado, la elección de los escenarios (entre los que se encuentran desiertos, volcanes o montañas, ubicados en regiones tan recónditas como Islandia, Irán o Groenlandia) es óptima y es algo que se agradece visualmente. Se trata de una película de espacios muy abiertos y muy luminosa, algo poco habitual en los últimos años.

Sobre el argumento, la revista 'Life' está a punto de echar el cierre y el legendario fotógrafo encarnado por Sean Penn ha ordenado que la portada de su último número sea una fotografía que ha desaparecido de los archivos de la publicación. La búsqueda de la misma es lo que sacará a Walter Mitty de su monótona y aburrida vida y le llevará a hacer realidad las aventuras que hasta ese momento únicamente estaban en su cabeza y que solo materializaba a través de sus "idas de olla". Una manera, como otra cualquiera, de pasar a la acción.

Al final, después de los efectos especiales y de los escenarios de ensueño, hemos de quedarnos con el gran personaje que ha sabido construir Ben Stiller, y con el hecho de que con su imaginación y sus ilusiones alguien que está acostumbrado a perder, también puede ganar alguna vez.