Cabe decir que este año en los Oscars no ha habido una obra cumbre, ninguna de las películas tiene ese título, sino que ha sido un año de buen cine, correcto y más que interesante. Este film no escapa a estos.
Correcto hasta en el más mínimo detalle, trabajado, premeditado y a la vez gélido y muy poco emocionante, el novel y muy prometedor director Bennett Miller no nos dá una biopic de Truman Capote, sino que nos lo muestra en el momento crucial de toda su vida, en lo que sería la escritura de su obra maestra.
Poco a poco, Capote se vá metiendo en esta intrincda historia que lo llevará al estrellato y al respeto internacional, así como también al declive moral. Capote no será el mismo, no terminará ningún otro libro , solo se conformaría con ser celebridad.
Con una impecable puesta en escena y un extraordinario guión, el film logra su cometido gracias a la avasallante personificación de ese extraordinario e inigualable actor que es Phillip Seymour Hoffman, que con este monumental trabajo coronará su incuestionable carrera artística. Basta observarlo solo unos minutos y ver que no es Phillip sino Truman, ese personaje tan arrogante como perspicaz, maligno como compasivo, heroe o traidor y en la escena final se pueden ver en el rostro de Hoffman/Capote todos los sentiminetos de ira, verguenza, impotencia y culpa.
Maravillosa como de costumbre está la gran Catherine Keener e impecable Chris Cooper.
Más que interesante film que muestra a un personaje que tocó la cima pero que al caer vió como el mundo lo había deshechado como papelito.