Hubo una época en que, empezando con las comedias televisivas, se rompió con bastante éxito el conservadurismo que imperaba en las propuestas que versaban sobre convivencia familiar o relación de pareja. Married with children y Los Simpson destacaron como producciones pioneras en este movimiento que dio lugar a una gran cantidad de proyectos mayormente deleznables y que actualmente continúan proliferando en producciones diversas.
La película en cuestión se adscribe a esta corriente, aunque sin llegar a extremos. Su tono un tanto procaz y a veces incluso escatológico (sin llegar a lo explícito) la emparenta con las comedias de los hermanos Farrelly.
A primera vista la trama de la pareja limitada e intermitente, que quiere pero no quiere, es vulgar y no da para entusiasmar. Una vez planteada sólo resta esperar en qué momento todo dará un giro para llegar a las cursilerías de siempre. Pero el trabajo del binomio Roberts-Bracey sostiene la película y hace creíble algo que parece muy anglo y de país muy desarrollado: utilizar la relación de pareja como un simple arreglo de conveniencia individual, sólo para llenar un vacío de cualquier manera, beneficiando a cada parte de forma egoísta, sin compromiso ni sentido de sacrificio.
Quienes busquen algo rebelde en el género que representa Holidate quedarán medio satisfechos.