¿Qué mejor para celebrar las nominaciones a los Oscar que ver la película más nominada? Pues, a menos que te apetezca ver a actores brillantes hablar durante dos horas y media, muchas cosas. Licoln está muy bien dirigida y ambientada, desde luego, pero parte de un guión largo y aburrido que tan sólo muestra a Abraham Lincoln hablando con unos y otros para conseguir abolir la esclavitud en EE.UU. Todo muy patriótico, por supuesto.

Una vez pasada la emoción de ver esta interesante época retratada en pantalla con tanto detalle, pasamos directamente al aburrimiento. Apreciamos las transformaciones de Daniel Day-Lewis, Sally Field y Tommy Lee Jones, el cuidado vestuario, la adecuada (supongo, a fin de cuentas yo no estuve allí en su momento para juzgar su realismo) dirección artística, etc., pero todas las escenas son demasiado oscuras (de fotografía, no de tono) y los diálogos demasiado monótonos, con lo que es fácil perder el interés.

Una película muy bien realizada, sí, e interesante como documento histórico, pero por favor, no me digáis que es la mejor película del año, o el cine habrá perdido su sentido.

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