Ayer por la noche mi hermano y yo pusimos de casualidad este thriller del que apenas sabía nada. Me sorprendió gratamente por un único y exclusivo motivo: Ryan Gosling está "de cine", y nunca mejor dicho. La película es suya y él es la película. A ratos es un chulo engreído, en otras ocasiones un chico angustiado, buena persona en el fondo, inteligente, apasionado, altivo, luchador. Cada mínimo gesto y mirada le sirven para dar vida a su personaje, de una manera increíblemente creíble. Quizás la película pierde un poco su fuerza a medida que avanza, pero Gosling la sostiene hasta el último minuto. La trama no es brillantemente original, pero sí resulta sencilla y bastante correcta. Mi veredicto final es que este joven gran actor se "come con patatas fritas" al gran Anthony Hopkins.