El triángulo imposible e inverosímil de esta serie está muy pasado de rosca. Es la primera vez que veo una serie para comprobar hasta dónde se puede rizar el rizo del despropósito, tomándome un drama como una comedia, y
la verdad es que funciona para pasar el rato visto de esa manera. De risa, o de pena. Los personajes son una cosa y su contraria al mismo tiempo. Una mojigata convertida en liberal con un chasquido de dedos. Un padre ejemplar codeándose con proxenetas sin pestañear. Y no sigo para no hacer spoilers.

Obviamente, el guion busca impactar con giros sacados de la chistera y escandalizar con escenas de desnudos porque sí, pero es sencillamente irreal todo. Podría tratar sobre poliamor y estar bien planteada, pero esto es otra cosa marciana que ni los actores, pobrecitos, logran creerse ellos mismos.

Parece escrito a mayor gloria del adulterio, para justificar que es lícito vivir del engaño, secundado por las tontas más tontas del planeta mirando para otro lado y las hippies más "happy flowers" de la historia. Los demás personajes, son simples satélites también cada uno con su dosis de retorcimiento rebuscado.

Ni siquiera los paisajes, pretendidamente idílicos y paradisíacos, cumplen su función. Tan solo parecen un pantano lúgubre perdido en medio de la nada. Lo de la muerte del bígamo es una simple excusa para alargar durante dos temporadas lo que se despachaba en una hora.

Para olvidar.