Alien siempre fue un bicho muy malo corriendo tras un cuerpo huésped en el que alojarse para, acto seguido, acabar destruyéndolo en su nueva fase de desarrollo. Un ente con el que no cabe lugar para la vacilación: o lo matas, o te mata. Así de simple. Sangre corrosiva, cabeza ovalada, doble mandíbula, chirridos crotálicos... Todo eso es Alien, y todo eso es Covenant, el nuevo film de Ridley Scott.

Si a lo anteriormente citado, le añadimos una muy generosa dosis de sangre y acción non-stop en toda su segunda mitad, salpimentada de principio a fin de interesantes diálogos que vienen a poner de manifiesto otro de los temas recurrentes de este cineasta, esto es, la confrontación hombre-máquina (machina versus creator), pues lo que encontramos no es, ni más ni menos, que una película muy coherente con la saga a la que pertenece ─que ya es de agradecer la coherencia en estos tiempos que corren─ y, por supuesto, de impecable realización.

Oscura, elegante, a ratos filosófica; angustiosa, desasosegante, gore ¡y con sentido del humor! Una cinta cuasi-redonda. No entiendo, pues, esos comentarios destructivos que no hacen sino echar tierra de forma alevosa sobre el trabajo del señor Scott. Pareciera que ya es costumbre atacar sistemáticamente cada nueva película que realiza. Y no todo es bueno pero, de la misma manera, tampoco todo es malo. Ya quisieran muchos contar con un ramillete de seis o siete películas de primerísima línea en su filmografía... Ridley las tiene. Y ésta, podrá gustar más o menos, pero está claro que no es un bodrio. Cuando se habla en esos términos, no hay más que intencionalidad de hacer daño. Triste proceder.

Un dato anecdótico para acabar: es la primera vez que a un servidor le quedan golosinas en la bolsa una vez terminada la película, tal era el estado de entusiasmo y concentración en el que me encontraba sumido. De todos es sabido que la mayoría de las veces se suele comer por aburrimiento. Aquí no hubo ni un minuto flojo.

Por último, mis más sentidas condolencias para todo aquel que habiendo pagado el precio de una entrada de cine la encontró muy floja. Yo la disfruté de lo lindo. Esa suerte que tuve.