Desde el inicio hipnotiza con la estética y fascina con la narrativa, la cual de inicio se da de manera tranquila para después volverse más compleja, fascinante y peculiar. El ritmo aunque es tranquilo tiene sus buenas dosis de dramatismo y tensión permanente, que al contrastar con la narración dulce y casi melódica de los protagonistas, incluyendo en la ecuación la naturaleza enfermiza de la trama, además de el excelente manejo de la cámara lenta y secuencias de alta definición, resulta en una obra casi poética imposible de dejar de mirar e inquietarse/deleitarse/asquearse/perturbarse/extasiarse con una historia que lo que no tiene de inocente, le sobra en originalidad.

No hay duda que los japoneses van un paso adelante en cuanto a depravación se refiere. Aquí se logra de una forma sutil pero a la vez profunda.

Algo que podría considerarse negativo es algunas actitudes, diálogos y giros no muy creíbles, dándole al guión una tendencia a cuento de terror y el hecho de que la intensidad dramática no se eleva mucho conforme avanza la película a pesar de que la historia se vuelve más fuerte, alcanza un pico poco después de la mitad y luego se mantiene parejo.