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España España · Málaga
Voto de Nuño:
8
Ciencia ficción. Terror De regreso a la Tierra, la nave de carga Nostromo interrumpe su viaje y despierta a sus siete tripulantes. El ordenador central, MADRE, ha detectado la misteriosa transmisión de una forma de vida desconocida, procedente de un planeta cercano aparentemente deshabitado. La nave se dirige entonces al extraño planeta para investigar el origen de la comunicación. (FILMAFFINITY)
29 de mayo de 2017
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
1.

La llegada del Nostromo al anónimo planeta perdido, con toda su parafernalia logística, contiene mucho de la fascinación científica que nutrió la ficción literaria y cinematográfica de los años 50 y 60 ("Forbbiden planet", "Terrore nello spazio", "2001; a space odyssey"...). Pervive algo de aquella ingenua e inquisitiva curiosidad respecto a los secretos del espacio.

No obstante, a nivel tonal, mi mente asocia este pasaje con las "montañas de la locura" de Lovecraft.

El látigo incesante del viento, la oscuridad impenetrable, el aroma a arcano misterio violado por la inoportunidad de unos curiosos. Una sensación, peligrosa y acuciante, de estar donde no corresponde.

"Que no está muerto lo que yace eternamente,
y con el paso de los eones, aun la muerte puede morir".
— Abdul Alhazred.

El «árabe loco», escribió, dentro de la propia ficción de su identidad, estos versos, que podrían haber existido realmente en el Necronomicón y, por extensión, describir la amenaza inmanente del universo lovecraftiano de 'Alien'.

2.

En el tráiler de 'Alien, covenant' (2017), una de las criaturas, encaramada a una pequeña nave aérea, se deshace en cabezazos contra la luna que protege al piloto, intentando alcanzarle. El alien es mostrado en todo su esplendor digital; tan detallado como la informática actual le permite estar. La escena es de una violencia rotunda e inequívoca; el alien quiere merendarse al humano.

En 'Alien, el octavo pasajero' (1977), los ojos del gato son más testigos de la muerte de Brett (Harry Dean Stanton) que los nuestros. En la muerte de Dallas, es un indicador de posición en un radar de localización el elemento que procura elicitar nuestra angustia; porque sabemos qué representa ese punto verde que se acerca de manera ominosa. Hacia el tercio final, el alien sorprende a Lambert y a Parker; lo único que nos anuncia la aparición del monstruo es una sombra alargada en la pared, y el rostro descompuesto de Veronica Cartwright.

"Lo más importante en una cinta de terror no tiene que ver con lo que ves, sino con el efecto de lo que crees que ves".
— Ridley Scott.

Cuesta creer, dada la evidencia, la autoría de estas palabras.

3.

El diseño de la criatura, en toda su rápida evolución, es resultado de una certera creatividad.

Observando los "Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión", de Francis Bacon, rastreamos la forma lisa, ovoide, del cráneo del alien; sus mandíbulas brillantes y refulgentes. La férrea presión del «facehugger», y su espeluznante probóscide. Como si "un caracol hubiese dejado un rastro de presencia humana"; toda la figura del monstruo rezuma de un antropomorfismo abortado; una similaridad casi accidental con el propio hombre; como los biomorfos de Pablo Picasso.

4.

Hay quien ve connotaciones sexuales en el face to face final entre Ripley y el Xenomorfo. Se me escapan. Sí hay, en el cierre, una inquietante circularidad. La película se inicia con un despertar, y acaba con Ripley de vuelta a su descanso suspendido, dispuesta a dormir hasta su feliz regreso. El detalle da, a toda la película, un aire de mala ensoñación, como si la matanza del Alien hubiese ocurrido en la pegajosa fantasía de un mal sueño entre las estrellas.

5.

El mito popular es alcanzable de muy diversas maneras. A veces, de ciertas épocas no queda tanto lo mejor como lo que más la definió en su momento. En 'Alien', por fortuna, comulgan la calidad cinematográfica y el culto inextinguible.

En 1979, el cine estadounidense estaba sufriendo una evolución lógica. En la nueva hornada de realizadores que trabajaban allí, convivían la destreza técnica puramente americana, con la ambición artística europea; bien eran americanos empapados de Bergman, Visconti o Fellini; o europeos "fichados", para, con el gen del cine de autor europeo, crear obras de alcance comercial, especialidad americana.

Scott, inglés, de quien, una vez pasado 1982, no se volvió a saber nada, consiguió en 'Alien' una mezcla perfecta de magnetismo visual, fascinación inmarchitable y, por qué no, contento popular.

Gracias.
Nuño
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