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España España · Málaga
Voto de Nuño:
6
Drama En uno de esos barrios situados al sur de las grandes ciudades, a los que no llega ni el metro ni el dinero, Javi, Manu y Rai son compañeros de instituto, pero, sobre todo, amigos. Tienen esa edad en la que ni se es hombre ni se es niño, en la que se habla mucho de chicas y muy poco con ellas. Comparten también la vida en el barrio, el calor del verano y un montón de problemas. El primero es el propio barrio, un lugar de grandes bloques ... [+]
20 de agosto de 2021
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Barrio' perdura en mi recuerdo por una cuestión de memoria vital, más que de Cine.

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La textura de 'Barrio' la hereda del cine quinqui de los 70 y 80, y su drama es un formulismo fácilmente replicable.

Chicos jóvenes, víctimas de un temprano fracaso, errabundos entre asfixiantes moles de cemento. El sueño cercenado, en torno a la obvia metáfora de no haber visto nunca el mar y que tu suerte sea recibir una moto acuática. El matrimonio, un insoslayable binomio: mujer sufrida y hombre violento y machista. Un anciano irrelevante, pero impedido, absorto en su sordera. El empresario, apenas siendo dueño de una empresa de pizzas a domicilio, ya es hosco y ligeramente déspota: te cambiará el turno según le salga a él de los huevos. Un desfile de inmigrantes viviendo en las vías del metro, enterrados pero incólumes en su miseria. Otro desfile de drogodependientes bajo un túnel. La muerte lorquiana aguardando al final.

La sempiterna (y, a mi modo de ver, un tanto cínica) romantización de la pobreza, que realiza con admiración condescendiente el que no vive en ella, convirtiendo la pobreza no tanto como situación material sino casi como signo de carácter. Al final, el pobre siempre es, para el Cine español, una mezcla perfecta entre ingenuo, voluble, de nobleza equina, y resignado.

Las hiperbólicas películas de Buñuel y de Berlanga, a este respecto, aun apostando por lo grotesco, lograban menos tremendismo y mayor agudeza.

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La película, que me impactó hace 20 años pero ahora no mucho, me ha gustado por otros motivos.

Lo que permanece de ella, para mí, es el aroma de la nostalgia, de todo lo amablemente castizo. El eterno Matías Prats, mucho menos canoso. El cálculo en pesetas. Ni un atisbo de Internet y sí de los concursos postales. La televisión de tubo de 15 pulgadas. El Citröen AX y el Ford Escort. La cabra de los gitanos. Los tebeos de quiosco. Escuchar Jesucristo García de Extremoduro en una cinta de radiocasete. Los cubos de basura grises con tapa naranja. Los autobuses verdes. Los relojes Casio en cajas de plástico...

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Aranoa, quien, aventuraría yo, quiso hacer una película-denuncia sobre la existencia de gente que no sólo no es rica sino que es pobre, ha acabado por legar un bonito álbum de fotos de la España del, cada vez más, pasado.

Gracias.
Nuño
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