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España España · Málaga
Voto de Nuño:
7
Intriga. Cine negro. Drama Una mañana, Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan), después de visitar a su padre en el hospital, encuentra entre unos arbustos una oreja humana. La guarda en una bolsa de papel y la lleva a la comisaría de policía, donde le atiende el detective Williams (George Dickerson), que es vecino suyo. Comienza así una misteriosa intriga que desvelará extraños sucesos acontecidos en una pequeña localidad de Carolina del Norte. (FILMAFFINITY)
12 de mayo de 2017
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
I. El gesto aparente

Nunca, en Lynch, dos personas conversando van a ser 'sólo' dos personas conversando.

Es indispensable entender que el plano convencional de la realidad, en su Cine, queda anulado por una naturaleza general de orden superior.

[En la novela 'Hambre', de Knut Hamsun, era la lacerante necesidad física de su anónimo protagonista la que daba a Christianía, antigua Oslo, su pátina de fantasmagoría enrarecida, de cárcel encantada y noche lánguida. En carnes no tan hambrientas, Christianía hubiese sido un lugar más luminoso].

II. La veraz irrealidad

En el excelente prólogo, que podría servir para sintetizar Lynch completo, el director nos dice que todo vecindario de sonrisas plácidas, saludos amistosos, soles radiantes y céspedes verdosos, esconde un truculento enjambre de insectos subterráneos.

Ha establecido, pues, un tono. Nos obliga, como el Buñuel de la navaja rasgando el ojo, a "mirar" de manera más profunda.

Lo que a él le interesa es la desesperación, soterrada, de algunos de los seres que no tienen cabida en esa fingida normalidad: descorrer la cortina de terciopelo azul.

III. Desvelando...

El 'homeless' de 'Mulholland Dr.', el funesto demiurgo de 'Eraserhead' o el espectral Robert Blake de 'Lost highway' representan la confirmación, en rostro y presencia, de que existe algo malsano en esos mundos. En 'Mulholland Dr.', la persistencia de lo real aún en el sueño. En 'Eraserhead', la volubilidad de la suerte. En 'Lost Highway', el remordimiento perpetuo.

En 'Terciopelo azul', las primeras entradas de Jeffrey en el apartamento de Dorothy se realizan con la inquieta impunidad con que accedemos a lugares prohibidos cuando soñamos.

Ese mundo tiene dos anfitriones. Isabella Rossellini, cuya arrebatada psicología, que más es un instinto, convence de su sufrimiento. Sus emociones no son explicadas, ni articuladas, pero parecen tan reales como un grito en la noche. Y, en el extremo opuesto, el elemento más perturbador de ese mundo: Frank Booth, un animal humanizado y llevado al extremo de su ignominia. El rey de esas sombras de insectos y apartamentos solitarios.

Una emoción no se puede falsar, ni refutar; no puedo negar la capacidad de convicción, de generar terror, del personaje de Dennis Hopper, en otros espectadores. En cierta manera, les envidio. En mi caso, Lynch yerra, por completo, con este personaje. Ni sus desatadas maneras, sus delirantes exabruptos, ni sus ridículos ademanes sexuales, todos ellos bajo una vehemencia impropia del director, consiguen alterarme lo más mínimo.

La caterva de maleantes que le acompaña, prestada de un film de Kaurismäki, da el golpe de gracia.

De pronto, la luz de ese umbral de las tinieblas en forma de descansillo, se aclara con la luz del mismo sol que bañaba el coche de bomberos.

...

Concluyo con una suerte de apotegma, sobre un error que Lynch, en adelante, ya no volvería a cometer. Nunca desvelar un misterio que, si permanece irresoluble, es más inquietante que su resolución.

Gracias.
Nuño
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