Comentó Lynch, en cierta entrevista, que no había necesidad de verle siempre como 'el sempiterno poeta de lo oscuro'. Reivindicaba, de alguna forma, su dotación para la luz.

'Una historia verdadera' nació como encargo; pero Lynch se enamoró de la historia de Alvin y del guión escrito por J. Roach y por Mary Sweeney, su posterior compañera sentimental. Rápidamente "hizo suyo el proyecto".

Aquí también crea una atmósfera, como es habitual en él, sin ser la habitual en él. Una atmósfera luminosa que alumbra en la discordia, la melancolía y la distancia inconquistable. Pero, aun en una máquina corta-césped, se hace el camino.

Las razones del conflicto se omiten. La desembocadura argumental, también. Queda, pues, el viaje; el ánimo. Y lo más poderoso: la evocación. 'Una historia verdadera' es como contemplar una vida en forma de iceberg. Toda la película es una maravillosa intuición.

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¿Larga, pesada y de ritmo plomizo?

A petición de Lynch, en el DVD original no es posible seleccionar escena.

Su pretensión era que 'Una historia verdadera' fuese visionada como experiencia unitaria y sin cortes.

Sabiendo que el buen Farnsworth se suicidó poco después del rodaje, la película cobra una dimensión mayor; la de ver a alguien saboreando la vida por última vez, diciéndole adiós con la mano, mientras trata de dejar bien atado el único lazo que colgaba de su conciencia.

Gracias.