Francamente, la primera vez que la vi en el cine no sabía lo que me iba a encontrar. En principio, una torpe secretaria (Maggie Gyllenhaal) y un sádico jefe (James Spaader) podía ser una cursilona comedia romántica o una película morbosilla, sin más, muy puritana. Al estilo típico de Hollywood. Nada que ver, se trata de una comedia romántica con mucho humor negro que narra una relación poco habitual entre dos personajes muy complicados. Ella es una joven con problemas psiquiátricos, de hecho acaba de salir de un centro, con tendencias autolesivas y él un abogado muy duro al que las secretarias le duran un suspiro. Con un letrero en la puerta que cuando está iluminado quiere decir que busca una nueva...hasta que se encuentran.

Pocas veces se ha explicado tan bien una relación de dominación-sumisión (D/s). Algo que ambos estaban buscando y ni siquiera lo sabían. Él lucha contra esos deseos y cuando se da cuenta de que está enamorado la aleja, despidiéndola. Pero ella luchara hasta el fin por esta relación, incluso deja a su novio en el altar por su amor.

Los dos protagonistas están muy bien, se creen sus personajes, van creciendo a lo largo de todo el film.
Spaader empieza siendo un Amo tembloroso e inseguro para acabar cuidándola y ella cada vez más receptiva y más segura de lo que quiere. Apoyados por un gran guion. Me encanta el despacho, aunque no tiene ninguna referencia sexual parece un prostíbulo de lujo.

Nada que ver con las 50 sombras de Grey y es un alivio.