Mira que son divertidas las películas de ladrones. Tienen algo especial; el preparar minuciosamente un plan infalible, conseguir descerrojar cualquier objeto por difícil que sea de alcanzar, superar cuantos inconvenientes se le ocurran a los mejores sistemas de seguridad del mundo, embutirse en un chandal negro ajustado y pasamontañas y descolgarse, escalar, reptar, adormecer, controlar, reventar y cuantas más opciones se le ocurran al guionista hasta llegar al robo perfecto, sin violencia, sin víctimas, sólo un juego de inteligencia entre ladrón y guardia. Ya la maestría viene cuando además nada es lo que parece y en los últimos minutos el guión da un giro insospechado y nos deja con la boca aun más abierta que nuestros ojos que para entonces brillan enloquecidos enormes como platos.
Pues nada de eso ocurre con esta película, ni diversión, ni planes meritorios, ni tensión, ni giros interesantes... nada. Es un mérito, pues Mimi Leder podía haber acertado en algo a lo largo de la película, aunque fuera casualmente, y habernos generado un poco de diversión. Pero ni por esas. La trama floja, los personajes sin carisma, el robo chapucero, las sorpresas sin interés... y hasta Banderas está ridículo con el traje de ladrón con el pasamontañas calado hasta las cejas en lo que no descarto sea un homenaje a "El Robo de la Jojoya".
Así que si queréis ver una de robos... recurrir a las pelis de toda la vida y olvidaros de ésta.