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España España · Barcelona
Voto de Chus:
1
Drama Nueva York, 1972. Charlie (Harvey Keitel) es un joven italoamericano de 27 años que trata de ascender en la mafia de Nueva York, pero dicho ascenso se ve obstaculizado por su sentimiento de responsabilidad hacia su imprudente amigo, Johnny Boy (Robert De Niro). (FILMAFFINITY)
21 de febrero de 2006
41 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Valga la falta ortográfica ex profesa para simbolizar el espíritu de esta “llufa” fílmica, porque todo el metraje es en mi opinión un manual de lo que un director no debería hacer nunca. Tal como una redacción infestada de faltas gramaticales y ortográficas, Malas calles comprende una sucesión inabarcable de fallos ténicos a nivel de raccord (perdí la cuenta), de saltos de eje, contracampos erróneos, impertinentes movimientos de cámara y encuadres desastrosos. El sentido del tiempo cinematográfico simplemente no existe; a menudo, al cambio de plano, y sin justificación alguna, pasa del día a la noche. Para colmo la fotografía es un despropósito. A ratos una estética feísta mal iluminada, en otros, escenografías barrocas, cansinamente teñidas de rojo.

Si existe algún atisbo de buena interpretación, Scorsese nos lo ensombrece rodando un tropel de escenas cansinas en parte propiciadas por la absurda y pésima construcción de los diálogos así como la propia construcción de sus personajes. POr todo esto, uno tiene la sensación de que la historia no avanza, o las veces, se olvida de alguno de sus protagonistas. Y aun así, me parece que las interpretaciones están sobreactuadas y repletas de tics, tópicos y otros gestos innecesarios.
Viendo la cinta tiene uno la sensación de estar a punto de ver a un maquinista, un electricista, alguien de maquillaje... (La script supongo que simplemente no estuvo en el rodaje)

En resumen: Es muy fácil distraerse viendo “Malas calles”. Nada en ella es capaz de atraer la atención del espectador. Ni la historia, ni el supuesto dramatismo. Todo parece falso y de mentira. Para mal de males Scorsese abusa del espectador obligándole a digerir un potage musical incoherente, completamente impostado, excesivo de ingredientes y desacertado la mayoría de las veces por cursi cansino.
Chus
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