A menudo, mucha de la gracia y mérito del género negro viene representado por lo laberíntico de sus tramas. Por la forma en que encajan y se vuelven a desencajar sus piezas para de nuevo, a veces, volver hábilmente a encajarse. Atraco Perfecto, en ese sentido se ajusta --también perfectamente-- a esa estructura y Stanley Kubrick, presenta a una serie de personajes que como hormiguitas cumplen cada cual con su cometido en el lugar que la trama ha ubicado para ellos. Con elegancia visual, el director, muestra sus leit motivs, miserias y circunstancias personales de algunos de ellos. En este apartado, las actuaciones no me parecen ni mucho menos para el recuerdo.

Y en cuanto a guión, todo marcha sobre ruedas, pero el desenlace, a mi juicio, se sirve de un deus ex machina. Un elemento casual y ajeno a la narración. Y aquí es donde sentí una pequeña decepción. Una leve sensación de sentirme embaucado.
Aristóteles, en su Poética, llamó a este recurso “Agotamiento creativo” Admitámoslo, la escena final del aeropuerto es bella, magníficamente filmada, pero con el guión en la mano, me parece un mal recurso que da lugar a un final facilón. Una cáscara de plátano hubiera provocado exactamente el mismo desenlace.