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Voto de Cinematic:
7
6,4
41.797
Terror. Ciencia ficción. Thriller
Seis meses después de que la propagación de un virus haya devastado las Islas Británicas, el ejército de los Estados Unidos declara que, vencida la epidemia, ya se puede acometer la reconstrucción del país. Los evacuados regresan entonces al país y las familias se reúnen de nuevo. Sin embargo, el virus aún no ha sido destruido y es más peligroso que nunca. (FILMAFFINITY)
23 de julio de 2007
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la hora de ver "28 semanas después", conviene tener vista la primera parte y saber lo que se va a ver, y así evitar posibles decepciones. El comienzo es sensacional, con un breve extracto de cotidaneidad proseguido de una de las escenas más angustiosas del film. Es ese inicio el que te ata y el que hace que muestres interés por lo que acontece después. Pero el nivel no baja (si acaso en la última media hora) de ahí en adelante. La historia no es precisamnte complicada, ni con ramas complejas ni de una profundidad psicológica aplastante, pero este tipo de productos tampoco lo requiere. No están toda la película “corre que te pillo”, la primera media hora casi no tiene acción (esto molestará a quienes esperen acción a mansalva, mientras que añade calidad cinematográfica y “aguante” ante lo que se avecina al espectador más sosegado). Aunque tampoco el resto del metraje todo son zombies, sangre y Rock&Roll, digo… y vísceras.
En el plano de la actuación cabe destacar que todos los intérpretes hacen una labor más que buena, pero quedan las ganas de saber más de ellos, de un mayor desarrollo de sus respectivos roles. Es el caso de Rose Byrne, la científica que se hace cargo de los niños. Con un par de miradas, esta chica ya consigue causarnos empatía, y eso no se consigue fácilmente. Se le podría haber sacado mucho más jugo a su personaje. También le ocurre al interesante personaje de Jeremy Renner, un soldado con el deber de obedecer las órdenes que se le comunican desde el alto mando (Idris Elba), pero cuando el código rojo salta y obliga a disparar indiscriminadamente, se pone de parte los civiles aún no infectados, ayudándoles en su huída.
Luego tenemos a un recuperado Robert Carlyle, del que hace mucho que no vemos una interpretación a la altura de sus mejores trabajos. Aquí se le concede bastante protagonismo, sobre todo en la primera media hora. Refleja con autenticidad el sentimiento de haber cometido un acto de suma cobardía y lo que esto le acarrea. Da alegría ver a un actor de tamañas cualidades interpretativas en plena forma.
Aún así, la que más se luce (y eso que no está más de 15 minutos en pantalla) es Catherine McCormack, que ya en los primeros 4 minutos consigue que temamos por su suerte. Y más adelante es el personaje clave del film. Interpreta a la perfección ese período de transición en el que se encuentra, entre su yo interior y la ira que intenta controlar, todo lo refleja con su mirada. Una actriz como la copa de un pino. A los seguidores de Perdidos nos resultará inevitable identificar mecánicamente a Harold Perrineau con Michael, porque además el papel que interpreta aquí es de escasa relevancia y no aporta nada a la trama; y por lo tanto no nos hace olvidar el papel por el que sospecho estará marcado durante largo tiempo. -->
En el plano de la actuación cabe destacar que todos los intérpretes hacen una labor más que buena, pero quedan las ganas de saber más de ellos, de un mayor desarrollo de sus respectivos roles. Es el caso de Rose Byrne, la científica que se hace cargo de los niños. Con un par de miradas, esta chica ya consigue causarnos empatía, y eso no se consigue fácilmente. Se le podría haber sacado mucho más jugo a su personaje. También le ocurre al interesante personaje de Jeremy Renner, un soldado con el deber de obedecer las órdenes que se le comunican desde el alto mando (Idris Elba), pero cuando el código rojo salta y obliga a disparar indiscriminadamente, se pone de parte los civiles aún no infectados, ayudándoles en su huída.
Luego tenemos a un recuperado Robert Carlyle, del que hace mucho que no vemos una interpretación a la altura de sus mejores trabajos. Aquí se le concede bastante protagonismo, sobre todo en la primera media hora. Refleja con autenticidad el sentimiento de haber cometido un acto de suma cobardía y lo que esto le acarrea. Da alegría ver a un actor de tamañas cualidades interpretativas en plena forma.
Aún así, la que más se luce (y eso que no está más de 15 minutos en pantalla) es Catherine McCormack, que ya en los primeros 4 minutos consigue que temamos por su suerte. Y más adelante es el personaje clave del film. Interpreta a la perfección ese período de transición en el que se encuentra, entre su yo interior y la ira que intenta controlar, todo lo refleja con su mirada. Una actriz como la copa de un pino. A los seguidores de Perdidos nos resultará inevitable identificar mecánicamente a Harold Perrineau con Michael, porque además el papel que interpreta aquí es de escasa relevancia y no aporta nada a la trama; y por lo tanto no nos hace olvidar el papel por el que sospecho estará marcado durante largo tiempo. -->
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Es encomiable la labor de los dos niños, interpretados por Mackintosh Muggleton y Imogen Poots, alejados de los típicos niños repelentes que sobreactúan descaradamente, Si además ella tiene un encanto natural que hace que quieras estar ahí ayudándola (y otras cosas), pues mejor que mejor. Pero hay que destacar cierta acción bastante estúpida de los dos hermanos: escaparse de la zona segura sin decir ni mu no es precisamente inteligente, más aún sabiendo que en cualquier esquina un zombie te puede devorar. En general nos quedamos con la sensación de que los actores están un tanto desaprovechados, pero tampoco es una película en la que los personajes requieran estar perfectamente definidos, sino que provoquen la suficiente empatía como para temer por su destino. Y eso se ha logrado con creces.
El plano técnico deslumbra. La cámara tambaleante de Boyle en la primera entrega permanece patente, pero esa puesta en escena realista, mohosa, casi de documental, ha sido sustituída por otra más pulcra, cinematográfica y no por eso menos realista, la sensación de inmersión no disminuye. El ambiente apocalíptico que tanto gustó en la primera entrega también sigue ahí, y nos ofrece unos planos secuencia y unas panorámicas de Londres vacío desoladoras. Por tanto, la fotografía de Chediak aprueba con nota muy alta. En cuanto al nivel de gore, yo no soy amante de las vísceras o las toneladas de sangre, pero aquí no da en absoluto la sensación de ser gore autoimpuesto ni gratuito, sino que viene con la intriga, la acompaña. Lástima que el guión tenga algunas incongruencias, como que le dejen entrar a Carlyle tan fácilmente en "ya-sabeis-dónde".
A pesar de esto último, nos queda un film entretenidísimo, que consigue crear verdadera tensión y angustia, y un inteligente uso de los medios con los que cuenta, claramente mayores a los de la primera entrega (no se ha acudido a la ya habitual proliferación de estos). Fresnadillo ha cumplido de sobra, y le auguro un buen futuro internacional. Da gusto ver una película tan bien hecha por un español (uno más en la oleada de nuevos cineastas patrios con talento). Sin duda, los amantes del gore, ese género que en cierto modo funciona como válvula de escape contra la represión, saldrán satisfechos. Y los que no, probablemente, también. En estos tiempos de sequía creativa y de secuelas decepcionantes con el único propósito de recaudar que se amontonan formando una hilera más larga que la que podrían formar unos coches en un atasco monumental, 28 semanas después es más que una opción a tener en cuenta, una de las pocas secuelas de la temporada que están a la altura de su predecesora y una recomendación casi segura (como ya digo, sabiendo lo que se va a ver).
El plano técnico deslumbra. La cámara tambaleante de Boyle en la primera entrega permanece patente, pero esa puesta en escena realista, mohosa, casi de documental, ha sido sustituída por otra más pulcra, cinematográfica y no por eso menos realista, la sensación de inmersión no disminuye. El ambiente apocalíptico que tanto gustó en la primera entrega también sigue ahí, y nos ofrece unos planos secuencia y unas panorámicas de Londres vacío desoladoras. Por tanto, la fotografía de Chediak aprueba con nota muy alta. En cuanto al nivel de gore, yo no soy amante de las vísceras o las toneladas de sangre, pero aquí no da en absoluto la sensación de ser gore autoimpuesto ni gratuito, sino que viene con la intriga, la acompaña. Lástima que el guión tenga algunas incongruencias, como que le dejen entrar a Carlyle tan fácilmente en "ya-sabeis-dónde".
A pesar de esto último, nos queda un film entretenidísimo, que consigue crear verdadera tensión y angustia, y un inteligente uso de los medios con los que cuenta, claramente mayores a los de la primera entrega (no se ha acudido a la ya habitual proliferación de estos). Fresnadillo ha cumplido de sobra, y le auguro un buen futuro internacional. Da gusto ver una película tan bien hecha por un español (uno más en la oleada de nuevos cineastas patrios con talento). Sin duda, los amantes del gore, ese género que en cierto modo funciona como válvula de escape contra la represión, saldrán satisfechos. Y los que no, probablemente, también. En estos tiempos de sequía creativa y de secuelas decepcionantes con el único propósito de recaudar que se amontonan formando una hilera más larga que la que podrían formar unos coches en un atasco monumental, 28 semanas después es más que una opción a tener en cuenta, una de las pocas secuelas de la temporada que están a la altura de su predecesora y una recomendación casi segura (como ya digo, sabiendo lo que se va a ver).