Media votos
6,5
Votos
2.321
Críticas
12
Listas
2
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de guillenperez:
8
6,3
1.212
Serie de TV. Drama. Comedia
1996. En la feliz Barcelona post-olímpica habita Jacobo Vidal, abogado de profesión, hombre despótico y autoritario determinado a controlar todos los aspectos de su existencia y la de sus hijos, Tomás y Valeria. Padre obsesivo y disfuncional, no duda en doblegar cualquier obstáculo que se interponga en el bienestar de su familia para encajarlo a la fuerza en su propia visión del mundo, convirtiendo a sus hijos en víctimas de un exceso ... [+]
2 de junio de 2018
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que a Mar Coll le interesan los asuntos familiares está claro. Con más metraje que una película, en Matar al Padre intenta profundizar, aunque el resultado final incluye un tanto de relleno y me da la sensación de que podría haber contado lo mismo en 90-120 minutos. También noto un pequeño bajón desde el primer capítulo al cuarto por la propia evolución de los personajes, que en algunas cosas resulta creíble y en otras no tanto. En todo caso creo que es muy recomendable verla porque su tesis principal, la de la influencia de los padres en los hijos en la vida adulta, creo que está bien reflejada. Desde luego, lo que está la serie es muy alejada del planteamiento moderno de series de capítulos intensos y gancho final, muy lejos. En Spoilers sigo para los que la hayan visto contando mi visión de esta familia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Lo principal a entender y que Coll nos plantea en el primer capítulo es que Jacinto es una víctima que se convierte en verdugo inconscientemente. Es la historia de la inmensa mayoría de las familias, pero en este caso con un toque más extremo. El padre de Jacinto, que también tendría sus razones para ser como fue, se nos pinta como un padre sin corazón alguno, sin empatía, capaz de matar a un perro sin razón aparente. Hacer algo así, quede claro, está a la altura de muy pocas personalidades... hablamos de un psicópata integrado o algún tipo de personalidad extrema similar. El resultado en Jacinto es claramente el de un adulto con personalidad límite, completamente desnortado y desubicado, con comportamientos obsesivos y una ansiedad exacerbada que termina derivando, inevitablemente, en una depresión profunda cuando las cosas no van bien. En esto último me hubiera gustado un guión algo más "normal", esto es... las cosas no le tiene por qué ir mal a Jacinto para trazar toda su personalidad y el guión intenta llevarle al extremo para dramatizar aún más. Lo único que no me cuadra de Jacinto, quizá, es lo borde que es con todo el mundo. Este tipo de personalidades límite machacadas por un padre hipertóxico suelen tener más bien una alta deseabilidad social. Aunque hay de todo, claro.
Jacinto es una víctima y lo refleja en la relación con sus hijos. Pero estos no tienen culpa de nada y, por tanto, para ellos Jacinto es un verdugo más en la cadena de porquería paternal que llega desde el abuelo. Son un eslabón más. De hecho, muy seguramente Valeria continuará la historia con su niño, siendo una madre tóxica. No lo puedes evitar si no lo ves. Los dos hijos muestran rasgos diferentes, bien visto por Coll, aunque en ambos casos disfuncionales: Tomás, que nunca se hace adulto, es un saco de ansiedad al que ni todas las terapias alternativas ni el éxito consiguen arreglar. En el capítulo 4, el mejor momento es cuando vemos a Jacinto, totalmente derrotado por la vida, yendo a casa de su hijo, pero Tomás sigue pendiente de conquistar el amor de su padre, nunca incondicional como le deja claro en el capítulo 1. Nada, ni todos los Budas, santos, cremas y túnicas blancas van a ayudarle a encontrar la tranquilidad. Su terapia, sea la que sea, no ha funcionado porque no ha atacado el problema raíz. Bueno, seguramente Tomás hizo terapia de su padre, pero tan liviana que no ha servido para absolutamente nada: cambia ligeramente la conducta y se felicita por ello (momento en el que le pide a su padre que se tome la infusión), pero no se lo cree, por dentro sigue siendo exactamente el mismo que en 1996, 2004 y 2008. Valeria, por su parte, ha visto el machaque y ha reaccionado con ira. Si Tomás es el miedo, Valeria es la ira, pero una ira descontrolada e insana, totalmente disfuncional. A bote pronto podemos pensar que Valeria es más fuerte o que vive mejor que Tomás, pero es un espejismo: su disfuncionalidad está al mismo nivel, solo que tiene otra cara. Vive enfadada con el mundo y así es imposible ser feliz.
A todo esto, qué pinta la madre? Creo que Coll no lo tiene claro y lo deja claro al retirarla de la escena, al quitarle todo el protagonismo de los dos primeros capítulos. Es sin duda el personaje más desdibujado y flojo. En el capítulo 2 parece un complemento tóxico al padre cuando le rasca la espalda a su hijo de 28 años, con quien parece tener una relación inadecuada, tanto como la del padre con el hijo. El caso es que desaparece un poco y no sabemos muy bien cuál es su papel posterior. La serie va sobre el padre, pero no hubiera estado de más explotar un poco esa parte de toxicidad hacia Tomás.
Jacinto es una víctima y lo refleja en la relación con sus hijos. Pero estos no tienen culpa de nada y, por tanto, para ellos Jacinto es un verdugo más en la cadena de porquería paternal que llega desde el abuelo. Son un eslabón más. De hecho, muy seguramente Valeria continuará la historia con su niño, siendo una madre tóxica. No lo puedes evitar si no lo ves. Los dos hijos muestran rasgos diferentes, bien visto por Coll, aunque en ambos casos disfuncionales: Tomás, que nunca se hace adulto, es un saco de ansiedad al que ni todas las terapias alternativas ni el éxito consiguen arreglar. En el capítulo 4, el mejor momento es cuando vemos a Jacinto, totalmente derrotado por la vida, yendo a casa de su hijo, pero Tomás sigue pendiente de conquistar el amor de su padre, nunca incondicional como le deja claro en el capítulo 1. Nada, ni todos los Budas, santos, cremas y túnicas blancas van a ayudarle a encontrar la tranquilidad. Su terapia, sea la que sea, no ha funcionado porque no ha atacado el problema raíz. Bueno, seguramente Tomás hizo terapia de su padre, pero tan liviana que no ha servido para absolutamente nada: cambia ligeramente la conducta y se felicita por ello (momento en el que le pide a su padre que se tome la infusión), pero no se lo cree, por dentro sigue siendo exactamente el mismo que en 1996, 2004 y 2008. Valeria, por su parte, ha visto el machaque y ha reaccionado con ira. Si Tomás es el miedo, Valeria es la ira, pero una ira descontrolada e insana, totalmente disfuncional. A bote pronto podemos pensar que Valeria es más fuerte o que vive mejor que Tomás, pero es un espejismo: su disfuncionalidad está al mismo nivel, solo que tiene otra cara. Vive enfadada con el mundo y así es imposible ser feliz.
A todo esto, qué pinta la madre? Creo que Coll no lo tiene claro y lo deja claro al retirarla de la escena, al quitarle todo el protagonismo de los dos primeros capítulos. Es sin duda el personaje más desdibujado y flojo. En el capítulo 2 parece un complemento tóxico al padre cuando le rasca la espalda a su hijo de 28 años, con quien parece tener una relación inadecuada, tanto como la del padre con el hijo. El caso es que desaparece un poco y no sabemos muy bien cuál es su papel posterior. La serie va sobre el padre, pero no hubiera estado de más explotar un poco esa parte de toxicidad hacia Tomás.