Creo que, que Jerome Bixby muriese en el 1998 y la película sea de 2007, no ayudó a que pudiese pulir el guion. Sospecho que puede que Bixby sea inocente, que esta versión sea alguna adaptación de cualquier anotación encontrada en un cajón por sus herederos, quizás manoseada por otros en busca de completarlo, adaptarlo o pulirlo.

Casi se podría decir que es un audiolibro, una recreación animada y narrada de una historia corta escrita. Es decir, no se vale del cine como recurso narrativo diferencial. El valor de la acción es escaso.

En general todos los personajes se comportan de maneras poco verosímiles con el propósito único de, o bien hacer avanzar la trama, o bien permitir al protagonista desarrollar su parlamento. Visualmente Schenkman hace un buen trabajo, rodando lo mejor posible esta obra de teatro especialmente estática, un grupo de personas principalmente sentadas alrededor de un fuego.

Por otra parte, el contenido de lo dicho por el protagonista está lleno de incorrecciones históricas, que se corresponden más con lo que la narración general de la película parece querer incrustar en el espectador. Bixby nos quiere persuadir, no convencer, a través de la narración de sus propias ideas. El protagonista no habla, pontifica.

Los giros, podrían ser buenos, pero llegado cierto momento, comienzan a ser de por sí inverosímiles (en spoiler) así que poco a poco y solo por ver como termina, sigues viendo pero te vas separando de la trama, que en ningún momento ha intentado atraparte sinceramente desde lo que muestra. Planta una semilla de un hecho extraordinario que no germina en nada.

En resumen, una idea que tal y como está recreada, en una habitación, requeriría de diálogos y narrativa mucho más culta y astuta de lo que el guionista ha dado de sí. El resultado es curioso, porque me gustan las películas que se alejan de lo tópico y buscan algo más, pero es una película de bajo valor como tal.