Un grupo de carceleros del corredor de la muerte pasan su día a día entre ejecuciones en la silla eléctrica, presos violentos o compañeros de trabajo con tendencias psicópatas.

Pero también es el ambiente para entablar amistad y camaradería entre ellos, con algunos de los presos condenados a la pena capital mostrando su lado más humano y compasivo, e incluso con algún ratón invasor de tan sagrado espacio. Y todo esto en un ambiente "mágico". Y es que hay algún que otro preso que parece estar tocado por un ángel, si es que no es uno mismo.

Y esto es la película, hombres duros que ven como se rompe parte de su alma cuando la ley se lleva por delante a viles criminales, con los que han convivido, reído y compartido bromas y experiencias durante meses. Eso y una mole gigante que pareciera tener poderes.

Esta parte mágica que quizás pueda parecer descabellada, realmente no sobra durante el visionado de la película y sin ella no es posible explicar la misma. Pero si que es verdad que hay un par de situaciones totalmente inverosímiles que van más allá de la necesaria credulidad. Porque uno puede aceptar que exista la magia, pero de ahí a que se realice alguna que otra "excursión" no tiene ni pies ni cabeza.

Las actuaciones son colosales todas y cada una, con mención especial a Tom Hanks, pero también, Morse, Hutchinson, Rockwell o Michael Jeter se roban la pantalla en cada aparición. De matrícula.

Que viva siempre esta película y mi querido Mr Jingles.