Film de culto del bueno de Tarantino. Si algo se puede reconocer al bueno de Quentin es su capacidad para haberse creado una marca propia y reconocible a la hora de hacer cine. Habiendo visto la mayor parte de su filmografía su cine me gusta y se agradece que casi nunca aburra. Otra cosa es que sus películas me parezcan buenas o muy buenas, pero no obras maestras, como esta que nos ocupa.

¿Por qué no obra maestra? Pues porque el guion no me convence, con saltos temporales en la trama y personajes que entran y salen en pantalla sin saber muy bien adonde vamos, con un guion que más que contarnos una historia, nos presenta un collage de mini historias unidas con más o menor acierto y gracia, con subtramas entrando y desapareciendo.

Y entiendo que es algo voluntariamente buscado, y que está bien hecho. Pero a mi es una estructura narrativa que no me gusta ni convence casi nunca. Porque cuando quiero ver más de Samuel L. Jackson desaparece para contarme la movida de Uma Thurman, y cuando quiero ver como se desarrolla lo suyo con Travolta, desaparecen para contarme lo de Bruce Willis, pero cuando me meto en la historia de Willis me vuelvo a una de Travolta del día anterior...

Entonces al final el desarrollo es errático y puede cansar al espectador y hacerle perder interés en un film que se hace algo largo pero a la vez se nos queda corto para disfrutar de todos los personajes de los que queremos saber más.

No obstante, es un film que se disfruta y en el que hay que reconocer a su director su capacidad para hacer algo diferente, porque el atrevimiento y la personalidad siempre suman en el séptimo arte.