Sea por un lado una persona psicópata, una persona completamente amoral y caótica, cuyo leitmotiv es sencillamente la violencia por la violencia, por esa especie de éxtasis que obtiene, aunque sus actos no tienen otro fin, el usar eso que le origina placer con fines económicos le parece absurdo (si queréis un coche, lo cogéis...) y no tiene otros fines ni otros intereses.

Sea por otra parte un poder político tan psicópata como la persona, representada principalmente en ese primer ministro, que no duda en recurrir a los métodos que hagan falta para garantizar "el orden"; reclutar policía brutal (los propios drugos), lavar el cerebro, quitarte el alma y transformarte en autómata, o sencillamente dejar libre a un psicópata con el único fin de seguir con el poder, por puro interés de dominar.

Yo no sé a vosotros, pero a mí me da más susto el segundo monstruo.