El debut del tipo que nos trajo Star Wars, claramente inspirado en las distopías clásicas de Huxley y Orwell. En un futuro presidido por la tecnología y la masificación el ser humano ha quedado reducido a una herramienta de trabajo, con una conciencia adormecida por las drogas y una vida absolutamente reglada, determinada por el consumo, los números y la vigilancia permanente, habiéndose convertido el estado incluso en una religión… pero el amor (ay, el amor) es algo que escapa al control de la autoridad, lo único que puede devolverle al individuo su humanidad y su libertad.

En el fondo, una versión moderna del mito de la caverna de Platón, donde asoma la mentalidad hippiesca de un barbudo que aplica su desbordante talento para la creación de mundos fantásticos, para los pequeños detalles imaginativos… aunque todo lo demás sea un churro. Una lástima que la estupenda película que podría haber sido se intuya tan sólo en instantes puntuales, por mucho que la trama (sobre todo visto hoy en día) no vaya más allá de lo obvio y trillado (el amor y los instintos sexuales, vistos aquí como algo liberador, son en nuestro siglo otro producto de consumo).

Tiene su gracia, desde luego, ver a un joven Lucas criticando el capitalismo y la cultura de masas, tiene mucha gracia. Se nota que el corto originario no daba para un largo, así como la seria dificultad para contar algo en el fondo sencillo, pero de manera mareante y abstrusa, con constantes monólogos y diálogos “futuristas” que rozan lo infumable. Al César lo que es del César, un diez en ambientación, a esos espacios asépticos, blancos y grises, que dan grima, con gente asexuada que va toda rapada y uniformada, en una gran cárcel sin muros (todo este mundo subterráneo lo es); luego, que si hologramas (ya estaban ahí), maquinitas médicas y brazos robóticos, secuencias incluso, como la de esa marea humana… pero todo esto, en fin, tampoco tiene mucho alcance, y no hace falta decir que los añadidos digitaloides posteriores no añaden nada al resultado, o incluso diría que lo empeoran.