Todo lo que rodea a Clarice Precious Jones hace que sintamos un verdadero alivio de ser quienes somos y tener lo que tenemos.

Nos encontramos frente a una adolescente con muy poco a su favor, desde su condición de mujer de raza negra en un país racista como son los Estados Unidos, ser pobre, asistir a un colegio donde visiblemente la calidad no es la prioridad y además, tener un grave problema de sobrepeso. A todo esto se le suma que a sus dieciséis años esté embarazada de su segundo hijo y sea expulsada de su colegio.

Luego de presenciar todo por lo que su vida sería un lindo jardín de rosas y de creer que a esta muchacha no podría pasarle otra desgracia, nos enteramos que el padre de sus dos hijos es su propio padre y su madre Mary, quien es protagonista en esta historia, la maltrata física y verbalmente. Y eso no es todo, el primer hijo fruto de la relación incestuosa con su padre es una niña que sufre Síndrome de Down.

Lo más extraordinario de la historia es que Precious no se queja de su condición, tal vez su protesta la haga con su mirada sin profundidad y su característica expresión huraña que mantiene todo el tiempo, pero… qué otra mirada y expresión podría tener? Solo cuando Precious entra en el mundo de sus sueños, podemos verla cambiar radicalmente, incluso no parece ella, realmente brilla y la sonrisa que nunca vemos en “la vida real”, salvo en el hospital con el enfermero (Leny Kravitz), ilumina su rostro de tal modo que hace imposible imaginarla de otro modo.

Parece que la escritora estadounidense Sapphire autora del libro en que se basa la película no pensaba darle ningún punto a favor a esta muchacha. El libro titulado Push que en paisa significaría algo así como “echa pa’lante”, sería el más indicado que el de Precious, que más parece una verdadera ironía.

A pesar de todo lo que para muchos sería causa de suicidio, para Precious parece que fuera todo lo contrario, la razón por la que debe luchar y salir del hoyo en que se encuentra y de paso hacerlo por sus dos hijos a quienes quiere conservar pues como dice su abuela “ni los perros abandonan a sus cachorros”. Esta actitud realmente valiente hace que no sintamos otra cosa que admiración, aunque todavía deba enfrentarse a un nuevo reto que podría poner fin a su vida.

PARA DESTACAR: Las excelentes actuaciones de Gabourey Sidibe y Mo’Nique.