Haz click aquí para copiar la URL
Voto de billywilder73:
5
Drama Harvey Milk, el primer político abiertamente homosexual elegido para ocupar un cargo público en Estados Unidos, fue asesinado un año después. A los cuarenta años, cansado de huir de sí mismo, Milk decide salir del armario e irse a vivir a California con Scott Smith. Una vez allí, abre un negocio que no tarda en convertirse en el punto de encuentro de los homosexuales del barrio. Milk se convierte en su portavoz y, para defender sus ... [+]
1 de agosto de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Brokeback mountain era una de las mejores películas de los últimos años a nadie con dos dedos de frente y sensibilidad cinéfila se le escapaba. El amor que se profesaban los dos vaqueros traspasaba las barreras del celuloide gracias a una puesta en escena inconmensurable e inteligentísima y a un guión evocador que utilizaba el lugar de los encuentros, esas montañas áridas y bruscas donde fornicaban, en el tercer protagonista de su amor cómplice.
Comparar Brokeback mountain con Mi nombre es Harvey Milk por su temática gay es un suicidio y un paso atrás en la supuesta lucha por los derechos civiles y sociales de homosexuales y lesbianas.
La película de Gus Van Sant – director que ganó prestigio con Mi Idaho privado y lo perdió a marchas forzadas con El indomable Will Hunting, el remake de Psicosis o la insoportable Elephant - podría ser una buena película en los años 70 pero no lo parece cuarenta años después.
En su defensa podría decirse que su trama – un gay que lucha enconadamente contra la discriminación de su colectivo - puede ser contextualizada en la actualidad por ser la historia de un hombre, de un grupo de hombres que defienden sus derechos y hacen que el mundo sea un poquito mejor. Pero a la trampa de la hipócrita filosofía sobre la bondad humana y la lucha por superar la adversidad – filosofía capitalista que nos dan a comer cada día con patatas – habría que sumarle la impotencia en todos los sentidos que respira la película por la falta de empatía hacia los personajes por culpa de:
1) un guión erróneo que se centra más en una incomprensible, aburrida y mal contada trama política que en los propios protagonistas de la historia; y
2) un director, Gus Van Sant, que de tan divo olvida la regla más fundamental: que el cine de autor y todo el cine en general como la mujer del césar no sólo debe ser honrada sino parecerlo y por tanto quien pretende realizar un cine comprometido, reflexivo, autoral y diferente debe enganchar con sus tramas y/o con sus personajes para que las historias lleguen al alma y no quede en absurdas vacilaciones artísticas tendentes a la nada y al olvido.
En Toro salvaje también se narraba una vida, la de Jake La Motta, y se retrataba una época pero Scorsese imprimía genio al drama y daba vida a cada uno de los personajes. En Mi nombre es Harvey Milk, a pesar de Sean Penn, los personajes están muertos mucho antes del drama final y el brillante globo que se hincha en el primer acto – la relación con su chico, la mudanza al barrio gay de San Francisco - se va desinflando durante el segundo acto de tal forma que nos importa muy poco que Milk finalmente gane las elecciones o sea asesinado.
Lo mejor de la película es la mezcla de formatos, el apoyo documental a la trama – ese inicio prodigioso sacado de las videotecas donde los homosexuales son arrestados en bares mientras intentan taparse el rostro para ocultar la vergüenza – y Dan White, el personaje que interpreta Josh Brolin, concejal de derechas y antípodas de Harvey Milk, donde Van Sant acierta por una vez y lo carga de una siniestra ambigüedad sexual sutilmente perfilada.
Mi nombre es Harvey Milk es aburrida y fracasa desmesuradamente en todos sus objetivos quedando desgraciadamente como la crónica triunfal de una reinona – prodigioso Sean Penn - en una fiesta de disfraces de una secta de niñatas.
billywilder73
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow