¿Quien puede matar a un niño? Decía Chicho Ibáñez Serrador. Los niños no mienten; dicen en la película. No, no mienten poco; y, si tienen que salvar el culo por algo que saben que no han hecho bien, aun mienten más. Si, encima, se les pone la respuesta en su boca, se aferran a ella como a un salvavidas. Por favor ¿aquello era un psicólogo? ¿Donde le han regalado el título? ? "¿Le salió algo blanco por la punta?" Venga, hombre, escribe la declaración que te dicte Gretel y que la firme la niña... Total, si los niños no mienten ¿no? Aceptamos esa metedura de pata para poder hacer que la historia continúe pero, si alguien recibe una paliza gratuita en el supermercado, va a la policía y lo denuncia - aunque haya devuelto algún golpe -; si alguien recibe amenazas en su casa - y más que amenazas, no quiero destripar -, va a la policía y lo denuncia. La película funciona en el sentido de ponernos de mala leche, pero lo hace de forma torticera, forzando las cosas para que, si pueden salir mal, salgan peor.