El 12 de mayo de 2010, a las 16:45, en el trayecto de Salamanca a Barcelona tuve un accidente de circulación; porque pasé por el km 220 de la N122 en el momento en que caía una tormenta de granizo (en esos 500 metros de carretera) que hizo que mi coche saliera de la calzada; porque me detuve 20 minutos a comer 2 horas antes; porque salí de Salamanca por la carretera de Valladolid; porque tuve que entregar unos paquetes en un polígono cercano a esa carretera; porque mi pareja se empeñó en entregar esos paquetes; porque salimos de casa a las 11:45; porque tuvimos que acabar un encargo; porque no salimos por la carretera de Madrid; porque nos llamaron por teléfono a las 8:45; porque se había muerto un familiar de mi pareja.
Cuantas veces he querido yo volver a entrar en el coche, con las ruedas mirando al cielo, volver hacia atrás y cambiar UNO solo de los acontecimientos anteriores, para evitar ese accidente (la granizada se produjo durante 10 minutos en ese punto exacto del viaje; cuando llegaron las asistencias, la carretera ya no tenía practicamente rastro del granizo), pero es imposible. La vida, al contrario que el recordado programa de Paco Costas, no te da una segunda oportunidad.
Por eso el título, porque lo que ya ha pasado no se puede cambiar, es irreversible.
Y por eso nos presenta la película con este extraño montaje, para que no sepamos a son de qué tanta violencia y sólo al final, lo comprendamos y, porque presentándolo en el orden normal, querríamos saber qué era capaz de hacer el protagonista tras los hechos; así, sólo nos interesa el por qué es capaz de hacer eso, qué ha desencadenado ese comportamiento animal y primitivo.