Alucino ante este escenario de apocalipsis sensorial. Claro que leo críticas de parejitas que lloran y se abrazan en el cine, expresando la eternidad del amor cuando no queda ni sexo...

Bueno, se hace lo que se puede con este extraño poema del apocalipsis. Pero a mí no me transmitió ningún sentimiento que no fuera perplejidad... una epidemióloga que ante un suceso alarmante mundial pasa su tiempo no investigando, sino paseando y acostandose con su chéf favorito, con sus traviesas tetorras a menudo al aire...

Lo peor del fin es que no destila realismo por ningún lado, es poesía barata sobre las cosas importantes de la vida que obviamos antes de perderlas. El resto es puro relleno fantasioso.

Por eso prefiero aconsejar a las parejas que si quieren experimentar la realidad de la vida, se impliquen en el Kamasutra o en algun crucero por el Caribe. No les hará falta visualizar este disparate narrativo para quererse un poquito más.

Además, la hipótesis del meteorito que impacta la tierra es mucho más romántica que esto. Y al menos tiene efectos especiales...