Cuando te imaginas un psicópata tan retorcido como para crear infernales y complicadas trampas, algunas gigantescas (como las de la discoteca del principio), y todo, él solito, controlando una fábrica abandonada entera y a todas las víctimas a las que derrota y tortura una y otra vez, se le queda, digamos, una cara de tonto a este servidor sobre la factibilidad de semejante propuesta, que te hace sospechar del plagio a la franquicia de Saw y aun más, creer o asegurar que la única excusa del film no es el argumento, sino el abuso del gore más tópico para satisfacer a cierto público enfermo de necesidad.

Actores en su mayoría desconocidos con interpretaciones mancas y amputadas por su salvaje guión, que no hace concesiones a la calidad ni a la dignidad cinetográfica, y que se convierte en una sucesión de sketchs de muertes de tortura y de la protección del anonimato del asesino, quizás en la vocación de crear una nueva franquicia para seguir torturando a los espectadores que se apunten a su propuesta revitalizadora de este género tan culto y pedagógico, que deberia ser materia incluída en programas de educación universitaria...