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Voto de David Mudarra:
6
Acción Érica, la hija de la novia de Paul Kersey, muere de una sobredosis de crack. El justiciero Kersey decide tomarse la justicia por su mano para acabar con el tráfico de drogas en la ciudad. (FILMAFFINITY)
21 de mayo de 2013
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de “El justiciero de la ciudad”, “Yo soy la justicia” y “El justiciero de la noche” (todas ellas dentro de la saga “Death Wish”) la Cannon volvió al ataque con esta “Yo soy la justicia 2”. En realidad es la cuarta parte de esta saga. Ya sabemos como son por estas tierras las traducciones de los títulos así como sus enumeraciones según como les conviene a los distribuidores.
Esta película (“Death Wish IV; The Crackdown”) es, con diferencia, la mejor de la saga. Erica, la hija de la novia del justiciero Paul Kersey, muere de una sobre dosis de crack. El justiciero Kersey, decidido a terminar con la droga de la ciudad, tomará la justicia por su mano gracias a la información que le proporciona un supuesto millonario llamado Nathan White.
Desde un comienzo sabemos que vamos a asistir a otra salvajada más de nuestro querido Charles Bronson. La película va a grano y nos muestra a un Kersey, retirado de sus aficiones justicieras, volviendo a ejercer de arquitecto. Pero el guión le exige de nuevo tomarse la justicia por su mano dando pie a un buen número de secuencias violentas a cada cual más bestia garantizando así la inmediata diversión del espectador aficionado. Técnicamente, el mimetismo de esta entrega en comparación a las anteriores, es asombroso lo que significa que bien realizada esta.
Un valor añadido que encontramos en el guión es ese hincapié que hace en la psicología de Kersey, especialmente en el comienzo, dejando bien claro que él es un hombre aún atormentado que no tolera la injusticia ni la agresión a los débiles. Dicho todo esto, poca diferencia encontraremos con respecto a las anteriores, salvo que esta última entrega es más dinámica.
Esta es una de las películas más representativas del cine de venganzas ochentero, no muy recomendable para un público joven pero si de obligado visionado para todos aquellos aficionados a la acción, al cine de los ochenta y al de la Cannon. Merece mucho la pena deleitarse con las hazañas de Paul Kersey y toda la oleada de muerte y destrucción que deja a su paso. No es un prodigio de originalidad y ya sabemos que va a pasar desde el minuto cero, pero es tan entretenida que gana puntos de inmediato y el final, además de salvaje, es apoteósico.
David Mudarra
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