Haz click aquí para copiar la URL
Voto de David Mudarra:
7
Terror A Nueva York llega un barco sin rumbo, cuando llega la policía descubren que en el interior del barco se alberga un zombie. A partir de ese momento la hija del dueño del barco, con la ayuda de un periodista, buscará a su padre que se encuentra en una isla plagada de zombies sedientos de carne... (FILMAFFINITY)
16 de mayo de 2013
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lucio Fulci era un director italiano muy cansado ya de las comedias y golpeado por la vida que decidió explotar su vena más sádica y ganar asi el máximo dinero posible. Dio muestras de alarma con su primer spagueti westem (“Tiempo de masacre” 1966) donde las balas no impedían que la muerte fuese un asunto gráficamente detallado pero su imaginario de acuchillamientos, violaciones y mutilaciones se encontró más a gusto con el giallo, aunque sus obras excedían lo usual en este subgénero italiano del horror. En 1979, en vista del éxito de “Dawn of the dead” (¡978) que en Italia se conoció como “Zombi”, los productores decidieron usar ese mismo título para promocionar su propia película de zombies y crear así una falsa secuela (aunque nadie pidió que le devolvieran el dinero de la entrada del cine por ello). Pero con Fulci a la cabeza, esta “Zombi 2” resultó ser, con mérito propio, otra obra cumbre del gore.
A principios de los ochenta Fulci era un director con muchos admiradores con películas como “Pánico en la ciudad de los muertos vivientes”, 1980) o (“El más allá”, 1981)., las cuales, convencerían que el ser humano no es más que carne, tripas y sangre. También llegarían apasionados opositores escandalizados por sus delirios cinematográficos. Una parte de la sociedad compararía el cine de Fulci con un basurero de repugnancias. En los años venideros, el realizador llevará una carrera errática, con aislados éxitos, pero cada cual más lejos en la búsqueda de mayor crueldad visual. Su obsesión con lo sórdido quizás responda a una vida llena de amarguras como fue el suicidio de su primera esposas, sus apuros económicos y una salud siempre precaria. Pero estos tampoco me parecen sufrimientos de otro mundo. Fulci confesó en más de una ocasión que mucha sangre se derramo con el único objetivo de cobrar un cheque. En 1996 murió al olvidar inyectarse su dosis de insulina (suicidio, suponen muchos).
Centrándome en esta peli, en lugar de imitar a quien supuestamente precede (como ya he dicho “Dawn of the dead) esta inspirada más en las primeras películas sobre el tema como “White Zombie” (1932) y “I Walked with a Zombie” (1943), igual que en estas, la acción trascurre principalmente en una isla del Caribe, preferiblemente Haití, donde los hechizos vudú de los nativos sería la causa por la que los muertos se reaniman con apetito caníbal. La ciencia del hombre blanco no es capaz de explicar semejante prodigio. Aunque tampoco tendrían mucho tiempo para investigar pues pronto los aventureros científicos serían mordisqueados por los zombies locales.
En la isla Matool, el Dr. Menard es un científico que vive obsesionado por explicar el porque los muertos resucitan con tan pésimo ánimo. Todos aquellos pacientes que fallecen en su hospital deben recibir un tiro en el cráneo para asegurar su viaje sin retorno. Mientras, en New York, el velero del doctor navega abandonado cerca de la costa. En la inspección del mismo un agente muere de forma violenta y un zombi intenta introducirse ilegalmente. La hija del científico (interpretada por Tisa Farrow, la hermana de Mia es clavadita) y un periodista parten en busca del ya mencionado doctor. Aquí podéis relajaos y olvidar la trama pues la pareja llega a Matool cuando la situación ya es inenarrable. La población de zombies se esmera en dar la bienvenida a los recién llegados.
Gracias a unos mejores efectos especiales, los muertos de este filme superan a los de “Dawn of the dead” en furia carnicera. Putrefactos, agusanados y emergiendo de la tierra nos encontramos con unos muertos de antología, quizás entre los más terroríficos del cine.
El cine de este realizador se interesa más por los espectáculos sangrientos que por contar historias. En esta peli, al igual que en muchas otras, las líneas del diálogo suelen ser simples instantes de respiro para el espectador, uno de esos momentos en los que un desnudo gratuito nunca viene mal. La expectativa esta en el grado de retorcimiento de la próxima escena. Y así, al servicio del morbo, Fulci hace un uso agresivo de la cámara, con acercamientos veloces al centro mismo de la repugnancia.
De este filme me quedo con dos imágenes para el recuerdo. La primera es la de un tiburón luchando contra un zombi y con una mujer nadando en topless por allí cerca. Y la segunda, más infame aún, la del ojo reventado (horrible momento cumbre del cine de lo horrible).
David Mudarra
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow