Solo por el cabreo tan desaforado que se pillaron los franquistas y las cantidades exponenciales de bilis que largaron por doquier cuando se estrenó ya habría habido que agradecerle a Guillermo del Toro que hiciera esta película.

Pero es que además "El laberinto del fauno" es muy buena. Depura la mezcla de fantasía, terror y drama histórico que Del Toro ya había ensayado en "El espinazo del diablo" y la rodea de una imaginería fascinante que reinterpreta de forma bastante personal un buen puñado de cuentos y leyendas de toda la vida y los mezcla con el horror tangible y real de la guerra y de la crueldad humana, todo ello envuelto en una fotografía maravillosa, unos efectos especiales fantásticos y una puesta en escena magnífica. El guión y las interpretaciones no desmerecen, y aunque lógicamente se tomen algunas licencias menores para que la trama avance, el contexto histórico de la historia es creíble a grandes rasgos, y no le resta magia a lo que no deja de ser un acercamiento único al oscuro mundo de los cuentos y la fantasía infantil. Y aquí es donde tal vez haya que recordar a algunos que los cuentos de fantasía para niños están llenos de atrocidades (lobos rajados, rellenados con piedras y arrojados a pozos, brujas antropófagas que acaban asadas al horno, etc.).

El tiempo pasado la confirma como un clásico del cine español le pese a quien le pese, y capaz de competir de tú a tú con Hollywood en calidad técnica e impacto visual.

Ahí es nada.